Editorial Opinión

Difuso y confuso

Difuso y confuso

Lo que pudo ser una sólida expresión de consenso en torno al compromiso de defender la soberanía nacional ante intentos foráneos por comprometerla frente a la crisis haitiana, ha devenido en un irrelevante proyecto unitario difuso y confuso que conduce a ninguna parte.

No se precisa si la imprescindible aquiescencia política y social hacia tan trascendente convocatoria no ha podido concretarse porque se habría contaminado con polvareda electoral o, si como dicen algunos de los ausentes, no hubo formalidad en las invitaciones.

Lo cierto es que tres de las principales instituciones partidarias no participan en esos esfuerzos para elaborar un discurso de factura nacional centrado en el rechazo de República Dominicana a formar parte de cualquier forma de solución a la crisis haitiana, penosa señal de disenso.

En vez de promover condiciones requeridas para garantizar presencia del liderazgo político en esa peña patriótica, gobierno y participantes creen posible que con lo que se tiene basta y sobra para emprender una cruzada mundial de defensa a la soberanía nacional.

El presidente Luis Abinader solicitó apartar la lucha partidista para alcanzar lo que definió como “gran acuerdo nacional” o “pacto de país” para lograr una respuesta unánime ante la crisis de Haití, lo que obviamente no se ha conseguido, como tampoco aflora voluntad política para alcanzarlo.

Ante ese escenario de desacuerdo se anuncia que comisiones nacionales viajarán por Estados Unidos, Canadá y Europa para reclamar que la comunidad internacional acuda en ayuda del vecino, al tiempo de dejar constancia de que gobierno y Estado dominicanos no aceptan el rol de cirineo de Haití.

Esa sería una aventura sin sentido, carente de lógica, un tour turístico financiado con fondos públicos que difícilmente alcanzaría resultados que no lograron el presidente Abinader ni el canciller Roberto Álvarez, que han expuesto más de una vez la situación en los escenarios diplomáticos y políticos más relevantes de la humanidad.

Lo deseable sería que las negociaciones en torno a ese Pacto por la Defensa de la Soberanía Nacional se realicen en lo adelante en la sede de la Cancillería, lejos de los reflectores proselitistas, sin mayores aspavientos que el de reunir consenso alrededor de la inamovible posición de que este país ni se vende ni se alquila.

El Nacional

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