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Digo Yo

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Rafael Ciprián

Visión justicia

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El que tiene una visión es igual al que posee un sueño en la vida. Ese dispone de una brújula que le señala el Norte a seguir. Por eso se recomienda, si se desea una existencia con propósitos, perseguir una estrella muy grande, para que nunca se pierda de vista. Así jamás se confundirá el objetivo.

Si en la filosofía pedagógica que rige los planes de la educación inicial de nuestros niños se les enseñaran las verdades universales que contiene el párrafo anterior, la sociedad dominicana fuera otra. Lo tétrico es que nuestros niños se hacen adolescentes y adultos sin saber qué son, qué es lo que desean o buscan en la vida. Y el que no sabe para dónde va, llega a muchas partes sin llegar a ninguna.

Así le pasa también al Estado dominicano. Los funcionarios ocupan sus posiciones sin misión, sin visión y sin valores. Y tampoco son capaces de adoptar los que la institución ha planteado y publicitado, porque no sienten que les dicen nada. No los interpretan. Para comprender y empoderarse de algo hay que poseer previamente un mínimo de ese algo.

Por eso las instituciones, órganos y entes estatales andan tradicionalmente como manga por hombro. Muchos de sus incumbentes se la pasan como en Belén y los pastores. Y si en algo se concentran, además del día en que recibirán el pago del sueldo, es en sus ambiciones y proyectos clientelares y patrimonialistas.

Resulta fácil proclamar una misión, una visión y unos valores institucionales para que sirvan de propaganda, de vitrina, de fuego fatuo, y nada más. Lo difícil y necesario es que se produzca el empoderamiento de esos propósitos en todos los que están llamados a materializarlos.

En el Poder Judicial se quiere hacer la diferencia.
Se busca sentar las bases para que se cumplan los deberes y las obligaciones, tanto constitucionales como legales y éticos como morales. Así lo impone la sana y esencial administración de justicia.

Todos sabemos y aceptamos que la administración de justicia tiene que ser accesible, legítima e independiente; inclusiva, eficiente y eficaz; imparcial, pronta y transparente; oportuna, íntegra y confiable.

Cuando esas cualidades impregnan las soluciones de los conflictos y procedimientos judiciales, entonces, y solo entonces, podemos afirmar que está llegando la hora de la real existencia del Estado Social y Democrático de Derecho. Y que su consagración, en el artículo 7 de la Constitución, no es una simple proclamación poética ni una retórica demagógica.

Y para lograr esos objetivos el Consejo del Poder Judicial (CPJ) y la Suprema Corte de Justicia, conjuntamente con todos los jueces del orden judicial, unos 780 magistrados, venimos ejecutando, como debe ser, el Plan Estratégico Institucional Visión Justicia 20/24.