Editorial

Discordancia

Discordancia

Las autoridades dominicanas han cometido sus errores en el conflicto sobre la veda haitiana a la importación de pollos y huevos. El precipitado e incierto anuncio del ministro de Industria y Comercio de que sería levantada al día siguiente de protagonizar un encuentro con representantes del Gobierno de Michel Martelly es uno de los más censurables.

Sin embargo, las discordancias en que ha incurrido el Gobierno haitiano han ratificado, como ha vuelto a evidenciar que la prohibición, que no se ha podido justificar ni se corresponde con la solidaridad brindada a la vecina República por el presidente Danilo Medina, ha sido, en definitiva, un golpe bajo. Cualquier duda al respecto la acaba de despejar el canciller Pierre Richard Casimir.

En efecto, en unas declaraciones al periódico Le Nouvelliste, Casimir anunció que la veda sería levantada a fines de año. Pero el diplomático no precisa las bases sobre las cuales se tomará la decisión, que había supeditado a que una empresa extranjera especializada certificara que en República Dominicana no existe la gripe aviar. Es suspicaz, pues, que Haití entienda la necesidad de revocar la medida sin que antes se realice el estudio que había propuesto.

Al tanto de su inconsistencia para justificar lo injustificable, Casimir ha invocado la soberanía de su Haití para vedar productos dominicanos. Pero, consciente del terreno que pisa, también reconoció las mismas prerrogativas a este país para repatriar a los miles de inmigrantes que residen ilegalmente en el territorio. Aunque advirtió que su Gobierno vela para que se respeten los derechos humanos de sus connacionales.

Si bien ha insistido que el conflicto no afecta las relaciones comerciales y diplomáticas con República Dominicana, el Gobierno de Martelly no se ha comportado como buen amigo ni como buen vecino al citar, sin tener pruebas, motivos que afectan no sólo la producción avícola, sino a la industria turística. En todo caso, el conflicto pudo ser abordado a través de canales, aún no fueran diplomáticos, menos ruidosos y lesivos.

La interrupción del mercado binacional en Dajabón, con su secuela de disturbios a ambos lados de la frontera, ha sido una de las expresiones más elocuentes sobre el impacto que ha tenido para ambos países una prohibición que no tiene más justificación que la soberanía del Estado haitiano a que aludió el ministro de Relaciones exteriores. Es lo que han evidenciado las discordancias que han marcado el molestoso impasse.

Pero todavía si en lugar de finales de año, Haití decide levantar la veda en las próximas horas, el conflicto es, de todas maneras, para que el Gobierno tome nota. No en cuanto a revisar las relaciones diplomáticas y comerciales con Haití, de ninguna manera, sino sobre las normas que deben regir la colocación de su producción en los mercados internacionales.

 

 

El Nacional

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