Por más importante que sea la apertura del año escolar, pautada para el 24 de agosto, no se pueden precipitar los acontecimientos frente a la crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus.
Es más que comprensible la posición del ministro de Educación, Antonio Peña Mirabal, al indicar que el inicio de la docencia está condicionado a la evolución de la epidemia.
El Consejo Nacional de Educación y todos los sectores que inciden en el sector saben que los centros escolares pueden constituirse en fuentes de incubación y propagación del virus, con todas las consecuencias que implicaría para la salud y la economía de la nación.
En las discusiones la sensatez debe imponerse e incluso contemplarse algún instrumento para ayudar en la formación de los estudiantes en caso de que por la pandemia se dificulte todavía más la reanudación presencial de la docencia.
El Nacional
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