Para los que vivieron las crisis del petróleo en la República Dominicana de los años 70s y principio de los 90s, la Organización de Países Exportadores de Petróleo trae a la mente recuerdos nefastos de un puñado de países controlando el destino de la energía global a su antojo, en desmedro de la economía de países como el nuestro que dependen enteramente de la importación de ese bien. Ahora que, al momento de escribir este artículo, el petróleo se cotiza a $43 dólares el barril, las economías de Venezuela, Nigeria e Irán están hundidas y Arabia Saudita y otros estados petróleo-dependientes están recurriendo a sus reservas monetarias para solventar sus gastos, cabe hacernos la pregunta de ¿Dónde está la OPEP? Si bien es apresurado concluir en que la misma ha muerto, resulta aparente que esta, cuanto menos, se encuentra moribunda.
“La Edad de Piedra no terminó por que a la humanidad se le acabaron las piedras (…)” dijo famosamente el Jeque Ahmed Zaki Yamani de Arabia Saudita, cuando este era el rostro de la OPEP en medio de la crisis de 1970. Y ahora que se tambalea la Era del Petróleo, la predicción del Jeque Zaki Yamani luce cada vez más cerca.
La política de nacionalización de la producción del petróleo iniciada en países como Venezuela, Rusia e Irán la década pasada, detuvo de manera drástica el aumento de la capacidad de producción en esos países y específicamente a lo amplio de la OPEP. Si bien ese freno de la producción sumado a la en aquel entonces creciente demanda mundial, trajeron lo que parecían noticias excelentes para los países productores de petróleo, el bienestar efímero les impidió ver la formación de lo que eventualmente se convirtió en una tormenta perfecta.
En el verano del año 2008 el barril del petróleo alcanzó un precio record de $147 dólares, muchos líderes optimistas en los países petroleros avisaban la inevitabilidad de un petróleo a $200 dólares por barril, y la creación de un nuevo “status quo” en el mercado. En el otoño de ese mismo año el petróleo se cotizó a menos de $40 dólares el barril, pero la peor noticia para ellos fue que el daño provocado por los altos precios ya era irreversible.
Los altos precios promovieron el desarrollo de nuevas tecnologías que permitieron a muchas empresas entrar en el negocio de la producción petrolera con mucha mayor flexibilidad que los países de la OPEP, adicionalmente y contrario a las crisis anteriores, la producción de energías alternativas es lo suficientemente eficiente como para empezar a ser sustitutos viables, y para colmo de males el calentamiento global se ha convertido en un tema primario en las políticas públicas lo que sostendrá la inversión en productos alternos al petróleo en el largo plazo.
El nuevo escenario ha forzado a los miembros de la OPEP a canibalizarse entre ellos para preservar su porción del mercado, sin que nadie desee ceder su espacio en la venta de crudo por una reducción de la oferta.
A medida que siguen avanzando las alternativas de generación de energía, los días de la Era del Petróleo están claramente contados. No obstante ello, el $43 dólares por barril no es del todo catastrófico para todos los productores y posiblemente se sostenga de esa forma en el mediano plazo, pero ciertamente la incapacidad de la OPEP para reaccionar de forma conjunta ante esta nueva realidad nos deja con la interesante posibilidad de que estemos finalmente asistiendo a los finales de tan nefasta entidad.