Opinión

Ecologicas

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POR: Demetrio Miguel Castillo
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Educación y minería
Minería y educación son dos palabras que, en nuestro país, parecen estar “divorciadas” entre sí. En efecto, los escolares de provincia son víctimas de un fenomenal proceso de desinformación en todos los temas que se relacionan con los recursos minerales y su aprovechamiento por parte de la sociedad. Hace décadas que se dejó de lado la enseñanza formal de la Geología y la Mineralogía, que en otras épocas eran una asignatura del cuarto año en todos los programas de los colegios nacionales y del magisterio. A cambio, algunos de sus contenidos, los más anecdóticos, se injertaron en materias y contextos tan inapropiados como inoportunos. De esa forma, hasta los maestros tienen dificultades para acceder a la información mínima indispensable sobre estos temas.

Como resultado, nuestros niños y adolescentes adquieren conocimientos relacionados con la producción primaria en lo que atañe a la agricultura y la ganadería, y a las industrias de base agropecuaria, pero no reciben el mismo nivel de enseñanza en lo que se refiere a recursos minerales y su industrialización como maestros y alumnos comparten la misma falta de información, tanto unos como otros han sido particularmente permeables para aceptar una visión (hábilmente inducida) según la cual la minería es una actividad dañina, casi delictiva o de dudosa legalidad, comparable con el consumo de drogas, la práctica libre del aborto, el funcionamiento de casas de citas o los juegos de azar.

Por eso vemos que se promueven debates para discutir si se permite o no se permite la habilitación de semejante actividad. Y cuando se llevan a cabo esos debates suelen concurrir activistas portando la consigna “sí a la vida, no a la minería”, dando por sentado que el minero no es un productor sino un asesino. Este es el lamentable resultado de la falta de educación sobre los recursos minerales y creemos que es imprescindible volver a la verdad, a enseñarles a nuestros niños y adolescentes que la minería es una actividad productiva, que los mineros obreros no son delincuentes sino esforzados trabajadores que producen las materias primas minerales con las que se hace todo lo que tenemos y todo lo que usamos diariamente.

Es indudable que para ellos debe resultar un poco incómodo desdecirse de algunas afirmaciones anteriores. Por eso, queremos hacer una propuesta y ofrecer nuestra colaboración al respecto, para que las escuelas y los colegios sean los medios idóneos naturales para transmitir la información pertinente, para que se circunscriba a ese ámbito con la seriedad que corresponde y no se confunda con la difusión de consignas ideológicas o partidarias. Proponemos que en cada acto de inauguración de una escuela, o de una dependencia o de una instalación escolar, a los discursos y presentaciones formales de estilo se agregue la lectura por parte de un docente de una lista de todos los minerales que fueron necesarios para la construcción de la obra y una ligera explicación acerca de cómo fue producido e industrializado cada uno de ellos. Lo mismo se debería hacer con la entrega y uso de materiales comunes, desde la simple tiza hasta la compleja computadora.

Además sugerimos incluir contenidos curriculares y elaborar material didáctico que permita a los chicos asociar las instalaciones y objetos que usan a diario con los minerales utilizados para su producción o elaboración. Los ejemplos más cercanos son los artefactos eléctricos (y la misma electricidad).

El Nacional

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