Opinión

Ecologicas

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POR: Demetrio Miguel Castillo
demicaes.1951@gmsil.com

 

La minería y sus condiciones
Hablar de la minería y su aporte al desarrollo se ha vuelto un lugar común. Los gobernantes y empresarios rinden culto a la actividad minera como si fuera la diosa que nos sacará de la crisis y la pobreza. Cualquier crítica u ofensa a la minería es tomada como un atentado contra la inversión privada, contra la economía y el interés nacional. Sin embargo, los impactos que la minería genera no ocupan igual atención en la prensa oficiosa.

Y es que sus impactos son, por lo general, sufridos por gente humilde, campesinos que viven en parajes alejados, donde escasean periodistas y autoridades sensibles a los daños ambientales y afectación que sufren las comunidades locales. El presente documento elaborado por Oxfam internacional es solo un reflejo de la realidad minera en el continente. El mismo reúne artículos que contribuyen a una reflexión sobre los impactos de la minería. Cabe destacar la reseña del documento: ¿Excavando hacia el desarrollo? Una visión histórica de la minería y el desarrollo económico, y que fue preparado para Oxfam América. Lo real y concreto es que la minería está lejos de ser el motor del desarrollo nacional.

Por el contrario, años de actividad no son reflejo de los procesos de desarrollo de que tanto se habla en nuestros días. Decimos “empobrecidas” y no pobres, porque la pobreza de esas ciudades está asociada a la intervención minera. Si bien la contribución del sector minero en los indicadores macroeconómicos es innegable y constituye más del 50 por ciento de los ingresos del país por exportaciones, el impacto que genera en el medio ambiente y en las comunidades en donde se asientan las minas, es motivo de constante preocupación, pues la población espera algún beneficio u obtener mayor empleo en la explotación minera, pero estos no se concretan y por lo común reciben daños y perjuicios.

Si analizamos con detenimiento los casos de Alcoa Exploration Company y otros en la región del Cibao central encontraremos respuestas a muchas de las interrogantes en ese sentido. Las comunidades donde se asientan las minas esperan el empleo de una parte de la población, pero se ven frustradas por la tecnificación de las operaciones y la falta de capacitación de la población local, lo que lleva a la contratación de personal de fuera de la zona.

Por otro lado, en su necesidad de reducir los costos operativos, las empresas aplican sistemas de jornada larga, a cambio de mayores períodos libres para los trabajadores. Muchos de los turnos de ocho horas han sido sustituidos por dos turnos de doce horas, lo cual reduce el personal de la empresa. Pero al parecer nadie parece importarle la situación real por la cual atraviesan muchos de los empleados de esas mineras en cualquier parte del mundo. La minería, es una actividad extractiva que por su propia naturaleza implica procesos de fuerte impacto en el ambiente porque es necesario perforar la corteza terrestre y separar los minerales entre sí.

El Estado siempre solicita a los inversionistas estudios de impacto ambiental (EIA) antes de iniciar las operaciones, pero el mismo no cuenta con los recursos para regular el cumplimiento de la ley. Los EIA, son estudios requeridos a los proyectos nuevos o ampliaciones mayores al 50% y deben evaluar el impacto resultante de la realización del proyecto en las condiciones físicas, biológicas, sociales, económicas y culturales.

El Nacional

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