Ganaderos, comerciantes y defensores de los derechos de los consumidores han vuelto a denunciar que empresas que reciben permisos de las autoridades para importar leche en polvo a granel para uso industrial se vende al público como un producto para consumo humano.
Se ha revelado que parte de ese producto consiste en suero salino que se comercializa en forma engañosa y fraudulenta a consumidores que lo adquieren como si fuera un alimento lácteo.
Se trata de una denuncia muy grave que por alguna razón las autoridades no investigan a fondo, aunque lo que está en juego es la salud de la ciudadanía, obligada a consumir un producto que en muchos casos no es propiamente leche.
Ese polvo a granel se expende en colmados y pulperías expuesto además a la manipulación de quienes lo venden o a la contaminación por roedores o insectos, sin que el Instituto de Protección al Consumidor (Proconsumidor) o Salud Publica, prohiban la venta de un producto engañoso y peligroso.
La incautación de leche a granel comercializada en puestos de minoristas no parece una solución apropiada o definitiva a tan grave problema, cuya raíz radica en los permisos de importación que otorgan las autoridades.
No es aceptable que el Gobierno autorice la importación de un tipo de producto destinado muchas veces consumo animal para mercadearlo a gran escala en las peores condiciones de higiene como si fuera un alimento lácteo apto para el consumo humano.
La leche importada debe ingresar al mercado debidamente empacada con sus correspondientes especificaciones de proteína o nutrición, tal y como ordena la normativa sanitaria, sin poner en peligro la salud de los consumidores o incurrir en prácticas engañosas de comercio.
Ojalá que los ministerios de Salud Pública e Industria y Comercio, así como Proconsumidor cumplan con su obligación y afronten con responsabilidad el grave problema que constituye la venta de leche a granel que en muchos casos no es leche, sino un producto destinado a fines industriales o al consumo animal que se expende a la población.
