En medio de la campaña global anual de los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género que cierra el mañana, Día Internacional de los DDHH, en nuestro país cargamos en corresponsabilidad social, institucional y político administrativa, con la muerte de una niña de 11 años, víctima fatal del hostigamiento y humillación intencionado y repetido por estudiantes a quienes, nadie “pudo” detener en el tiempo.
Mucha vergüenza ajena por el silencio, la complicidad, la irresponsabilidad del sistema educativo público y privado, la manipulación posibilitada por las influencias, el poder corrupto de élites enquistadas tradicionalmente que trasmiten errores de por generaciones al creerse superiores.
Y Santiago, una ciudad lastimada, abochornada por todas las oficialidades negadas a reaccionar, pero, salvada por una comunidad no confabulada que denuncia y que exige frente a una de las violencias que mantienen índices en niveles internacionales comparativos de tope. El acoso escolar, es una de las formas más comunes de violencia escolar en nuestro país.
Hay versiones diversas, elucubraciones porque, desde el 14 de noviembre, las autoridades “están investigando”, hablan de videos que no aparecen a tiempo, interrogatorios y apresamiento de personal de la institución educativa que no es relevante, falta de transparencia total que solo sugiere gravedad progresiva de una situación que pudo haberse evitado. Y mucho silencio sospechoso.
Y lo que se ha ido sabiendo es por la prensa alerta, de investigación, y también, de sensación.
Lo que sí es cierto es la dolorosa muerte de una niña haitiana, hermosa en todo el sentido, por el esfuerzo de estar en su corta vida en un ambiente hostil y, aun así, sobresalir como la mejor, con buenos sentimientos, con fortaleza a pesar del miedo que imaginamos tuvo que enfrentar en el lugar donde, se supone, debía aprender a desarrollarse con protección y seguridad.
Ojalá haya sido una inmolación que produzcan cambios radicales para no seguir como estamos, desmintiendo y refutando. (Como ejemplo, ver las declaraciones de la Vicepresidenta del país, consternada y solidaria, pero negando categóricamente la posibilidad de discriminación por racismo, una realidad innegable en nuestro país actualmente).
Si aquí las autoridades políticas, de justicia, de instituciones, etc., cuando fallan, siguen rechazando y justificándose, mantienen la irresponsabilidad que se ha establecido en sus prácticas que pasan por encima de leyes y protocolos permanentemente.
Todo el mundo falló y es corresponsable: el Instituto de Desarrollo Integral Leonardo Da Vinci entero, dirección y comunidad educativa, el Ministerio de Educación y la Fiscalía.
Toda la sociedad está herida.

