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El escritor que inventó la novela

El escritor que inventó la novela

Nada hacía pensar que un soldado de la Armada española, que luego caería preso, que fracasaría como funcionario público, iba a publicar entre 1605-1615 un libro que marcaría un antes y un después en la historia de la literatura universal.

En apariencia, el “menos indicado”, un tipo desilusionado de la vida, que nunca pasó por aulas universitarias, llamado Miguel de Cervantes, le enseñó al mundo moderno una nueva manera de hacer literatura con Don Quijote de la Mancha. ¿Qué hizo para inventar el género literario más influyente desde entonces? Antes de todo, con esto no pretendo “explicar” el Quijote, porque eso sería imposible a través de este medio (además de atrevido).

Sin embargo, tomando en cuenta que el 23 de abril se cumplió un aniversario más de su fallecimiento, me gustaría compartir un par de ideas sobre el hombre que inventó la novela.

Cervantes (1547-1616) inició su camino de escritor con un relato pastoril, La Galatea, en el que se limitó a los patrones del género. Pero su genialidad no estaba hecha para repetir lo que otros hicieron.

Porque Don Quijote no es un texto “mejor que los otros” ni pertenece al grupo de los otros: es el primero en su tipo. Cervantes inventó un género literario, a partir de una concepción de la narrativa que, según Florencio Sevilla, no dependía de manuales de retórica, ni tampoco de las modas del relato pastoril. Don Quijote era un libro inclasificable en el canon literario de su época.

Antes de don Quijote, los grandes héroes de la literatura eran poderosos: Aquiles, Odiseo, Hamlet. Y viene Cervantes y nos presenta un personaje que es todo lo contrario: un antihéroe. Don Quijote no es rico, no es influyente. Pero, este hombre común y corriente, se siente extraordinario en su interior, porque sabe que es libre: “por la libertad se debe aventurar la vida”. Como nos dice Mario Vargas Llosa, en don Quijote vemos a un individuo que sabe que es dueño de sí mismo y que puede decidir su vida sin presiones, lo cual convierte a Cervantes en precursor del liberalismo.

Ahora bien, las cosas se ponen más interesantes. Desde Aristóteles, los escritores creían que sus obras eran una imitación de la realidad. A Cervantes la idea como que no le gusta mucho, y rompe las reglas: la ficción se infiltra en la realidad, y luego la domina.

Don Quijote es un fanático enfermizo de libros de caballerías en los cuales ve gigantes, héroes invencibles, magos sobrenaturales, y termina creyendo que todo eso es verdad. Su compañero, Sancho Panza, no lo cree, pero gradualmente se va dejando inducir. Los amigos del Quijote, para poder hacerlo entrar en razón, deciden jugar su juego, como el bachiller Sansón Carrasco, que se disfraza de caballero y pelea contra el Quijote.

Pero la revolución de Cervantes no termina ahí. Los narradores contemporáneos que tanto gozan con “experimentar”, con mezclar un narrador en tercera persona con otro en primera, o con insertar varias historias en una sola historia, no están haciendo nada nuevo. Por más que “innoven” con distorsionar el tiempo narrativo, no pueden superar a Cervantes porque él inició la carrera primero que ellos.

La polifonía de Dostoievski, ya estaba en Cervantes, pues Don Quijote es un texto hecho con varias voces narrativas, dispersadas entre el “narrador original” Cide Hamete Benengeli, el propio Cervantes.

Los juegos intertextuales de Borges, ya estaban en Cervantes. Dentro de Don Quijote hay otras historias como las novelas breves del Curioso impertinente o el Capitán cautivo. Por si fuera poco, en la segunda parte del Quijote, hay referencias a la primera parte, y el Quijote y Sancho son ya personajes literarios conocidos por otros personajes de la historia que ya los “han leído”.

Además de los narradores, los críticos y teóricos han estudiado la revolución literaria que significó el Quijote, desde el formalismo, el psicoanálisis (Freud aprendió español para leerlo), el estructuralismo, la teoría de los mundos posibles.
Si la Ilíada, la Divina Comedia, venían ejerciendo una gran influencia desde siglos atrás, Don Quijote fue el primer caso inmediato de literatura universal.

Se tradujo al inglés, francés, alemán, etc. En Inglaterra, enloquecieron: además de traducciones, se escribieron libros imitándolo como el “Quijote femenino” de Charlotte Lennox. Distintas épocas lo han leído a su manera.

En el siglo XVII, significó una sátira y una deformación de la realidad. Los románticos lo asumieron como un canto al héroe individual, lo cual, según Harold Bloom es la lectura clave del libro. Y qué decir de los lectores contemporáneos de los siglos XX y XXI, adictos a Joyce, a Borges, a la metaliteratura, que reconocemos en Cervantes al gran océano en el cual desembocan todos los ríos.
El autor es estudiante de letras.

El Nacional

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