Editorial Opinión

El mismo malestar

El mismo malestar

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, viajó hasta la frontera de Estados Unidos con México para clamar a otros estados que cesen el envío de inmigrantes a esa ciudad que ha recibido en los últimos meses a más de 400 mil indocumentados y solicitantes de asilo.

Esa urbe, donde los inmigrantes representan el 37 % de su población y el 44 % de su fuerza laboral, ha sido por décadas el destino esencial de los dominicanos que emigran, y que hoy representan la mayor diáspora hispana asentada en la ciudad.

Los estados republicanos de Texas y Arizona envían en autobuses a Nueva York, controlado por los demócratas, a miles de inmigrantes detenidos en la frontera con México, con el alegado propósito de hacerlo partícipe del drama que representa la inmigración ilegal en Estados Unidos.

La situación ha llegado a tal extremo, que el alcalde Adams declaró que la ciudad carece de capacidad para recibir a más indocumentados, al advertir que el costo por procesar a esos extranjeros sobrepasaría los dos mil millones de dólares, lo que significa restar recursos dirigidos a las escuelas y a la seguridad.

Con distancia guardada, Nueva York sufre una presión económica y social similar a la que padece República Dominicana frente al desaforado flujo migratorio haitiano, sin dejar de admitir que tanto en la Gran Manzana como aquí, los inmigrantes representan un alto porcentaje de la masa laboral.

Adams reclama la intervención federal para impedir la práctica de otros estados de deshacerse de indocumentados que ingresan por la frontera mediante su envío en autobuses a Nueva York, mientras que el gobierno dominicano reclama a Washington acudir en ayuda de Haití, como forma de disminuir la inmigración ilegal.

Nueva York y República Dominicana, aunque con características diferentes, confrontan el mismo problema, ante el cual han coincidido en advertir que no están en condiciones para afrontar más oleajes migratorios, que de forma directa o indirecta son estimulados por terceros intereses.

Las autoridades de esa ciudad estadounidense denuncian la indiferencia del gobierno federal ante su queja por el tropel de indocumentados, exactamente igual a la indiferencia que ha mostrado el presidente de Estados Unidos frente al clamor del gobierno dominicano para que voltee rostro hacia Haití. El mismo malestar, la misma causa.

El Nacional

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