Sin apartarse ni un milímetro del blindaje que requiere República Dominicana ante el acelerado deterioro económico, político y social de Haití, el Gobierno hace bien en mantener abierto un canal de diálogo sugerido por el primer ministro haitiano, Ariel Henry, que designó al embajador Daniel Supplice, como su interlocutor.
Supplice rindió un informe en Puerto Príncipe sobre sus conversaciones con el presidente Luis Abinader, líderes del Congreso, funcionarios y empresarios, al comunicar también la buena nueva de que el gobierno dominicano le confiere validez a las funciones encomendadas por Henry.
Como resultado de esa gestión dialogante se reactivó la Comisión Mixta Bilateral, que opera bajo la dirección de las cancillerías de ambos países, que dará continuación a las conversaciones intergubernamentales.
Daniel Foote, enviado especial del presidente Joe Biden, definió a las bandas armadas que operan en Haití como grupos de criminales, que roban, violan mujeres jóvenes, asesinan pastores y otros ciudadanos, por lo que lógicamente no serían sujetos del diálogo que sugiere Estados Unidos.
El enviado estadounidense mostró preocupación porque en Haití “la gente ha perdido toda esperanza, nunca había visto esto antes”, expresiones que conceden razón y sustento al conjunto de medidas asumidas por el gobierno dominicano ante un eventual descarrilamiento de la crisis haitiana.
Con la aceptación de Supplice como interlocutor entre Santo Domingo y Puerto Príncipe y la rehabilitación de la Comisión Mixta Bilateral Dominico Haitiana, República Dominicana acoge la sugerencia de Washington de estimular un ejercicio dialogante con Haití, sin renunciar a su derecho de blindar la soberanía nacional.
La comunidad internacional no tendrá motivos para flagelar el buen nombre del gentilicio dominicano, como lo ha hecho muchas otras veces, porque el Gobierno ha dado sobradas muestras de comprensión y compasión, pero con la advertencia de que no es ni será parte afectada en cualquier receta o remedio al drama haitiano.