En términos históricos, el Partido Revolucionario Moderno, no deja de ser una proyección del Partido Azul, liderado por el prócer Gregorio Luperón.
El Partido Azul del siglo XIX, representó los mejores intereses de la nación con figuras de la dimensión del ilustre Pedro Francisco Bonó, Ulises Espaillat, Benigno Filomeno de Rojas, Francisco Gregorio Billini y una pléyade de connotados ciudadanos que expusieron sus vidas para sacar de circulación a Buenaventura Báez y sus gobiernos corruptos.
El resquebrajamiento y luego división del Partido Azul, fue un punto de inflexión de alta categoría histórica para el desarrollo político, económico, cultural y social de la República Dominicana, pues abrió la brecha al caos social y a la eclosión del dictador Ulises Heureaux como árbitro de la vida nacional.
¿Y por qué se dividió el Partido Azul, instrumento llamado a dar continuidad a los ideales de Duarte y los principios de libertad de los restauradores? Se dividió por las mismas razones que podría fraccionarse el PRM, porque sus miembros más connotados, comenzaron a hacerse trampas y a irrespetar las reglas de juego, tal fue el caso del fraude electoral contra el general Segundo Imbert en las elecciones de 1884 y aunque duela decirlo: por la poca visión política de su líder Gregorio Luperón.
Reitero, guardando la distancia, pero conservando el rigor científico de los acontecimientos, igual podría pasar con el PRM, pues cuando Carolina Mejía va al Seibo a hacer campaña, junto a su padre, el expresidente Hipólito Mejía, es una manera de hacer trampas, ya que transgrede las reglas establecidas por la Junta Central Electoral y las disposiciones internas.
Es ahora que el presidente Luis Abinader debe arbitrar con sabiduría la innegable lucha interna que existe en esa organización política. En el 2027, su estrella brillará menos, pues irá de salida. Debe actuar ahora para impedir el resquebrajamiento y posible división.
Con la actitud de Carolina y otros aspirantes, pareciera que el PRM busca la oposición como una hermosa mariposa persigue tenazmente la luz.
Ramón Rodríguez
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