El del parque Duarte, en Montecristi, solo puede dar la hora dos veces por día. Lo que fuera un símbolo de progreso, y también del paso inexorable del tiempo, ahora representa el atraso en que se encuentra una de las provincias más progresistas del pasado inmediato del país.
Este reloj, construido por el francés Jean Paul Garnier, se encuentra instalado encima de una torre de hierro con una altura de 96 pies, gracias a la iniciativa del señor Benigno Daniel Conde Vásquez, un inmigrante venezolano que se radico aquí y llegó a ser regidor.
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