Reducir la informalidad laboral en la pequeña proporción que se ha propuesto el ministro de Trabajo, Eddy Olivares, no es un simple desafío, pero tampoco un imposible.
Son muchos los intereses que giran en torno a esa lacra laboral que todos condenan, pero que pocos enfrentan con determinación.
Olivares aspira reducirla de un 56 a un 50 %, una proporción que sería moderada si se cuenta con el apoyo de los empleadores.
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Gremios y dirigentes empresariales que tanto se han pronunciado sobre los efectos negativos de la informalidad deben sumarse a la iniciativa del ministro de Trabajo para combatir una práctica que los afecta a ellos, así como al trabajador y sus familiares.
En la tarea, si bien es determinante la actuación de las autoridades, también es necesaria la cooperación de los sectores comprometidos con el desarrollo económico y social del país.