Desde joven, recuerdo en casa materiales promocionales del PSOE, el Partido Socialista Obrero Español, debido a la afinidad que existía entre el liderazgo del entonces PRD, dentro del cual estaban mi abuelo, el doctor Salvador Jorge Blanco, y mi padre Orlando Jorge Mera, con sus miembros.
A pesar de esto, por mis ideales y convicciones, producto de una formación diferente a la de mis padres, y el acceso a la información, nunca fui seguidor del PSOE ni sus líderes. Reconozco que son parte esencial de la España que hoy conocemos.
Sin embargo, un dirigente que siempre cautivó mi atención, no por su visión, la cual no comparto, sino por sus habilidades políticas, es Pedro Sánchez, actual presidente de España. Desde el 2014 le he dado seguimiento, cuando surgió como una esperanza del relevo generacional en el PSOE.
En su momento, leí con mucha atención su libro “Manual de resistencia”. Ahí cuenta como su carrera política se ha basado en la resistencia.
Al no parte de los “barones” del PSOE, fue desterrado políticamente luego de perder las elecciones generales contra Rajoy en el 2015. Luego pasó a retar a la élite de su partido en unas internas por el cargo de secretario general, el más importante de la organización. Contra todo pronóstico, se llevó de frente a la cúpula del PSOE. A partir de ahí nace lo que los medios españoles bautizaron como “el sanchismo”.
Es interesante analizar el sanchismo, porque es un fenómeno parecido al “trumpismo”. Al absorber al partido socialista, Sánchez convierte una organización política de liderazgos compartidos, en un territorio hecho a su imagen y semejanza, bajo un único lider. Es lo mismo que hizo Donald Trump con el Partido Republicano.
Al conquistar la presidencia de España, Sánchez afianzó su hegemonía política, y ha superado un sin número de crisis, de carácter gubernamental y personal. El caso Koldo, escándalo de corrupción donde se acusan a personas de su círculo de máxima confianza, de cobrar comisiones por gestionar contratos públicos, ha sido el bombazo que probará si la capacidad de resistencia del líder español puede darle un último aliento en su carrera política. Como ha sido su estilo (parecido a Trump también), decidió atacar la narrativa de que él es parte de la trama, y desfichó del partido y del gobierno a los acusados por la Guardia Civil.
No dudo que sea el inicio del fin del “sanchismo”, pues con este último golpe al presidente del Gobierno Español, comienzan a salir los insurgentes, que con ansias esperaban ver servido en un plato al resistente y resiliente Pedro Sánchez.
Por: Orlando Jorge Villegas
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