El ministro de Educación aseguró el pasado miércoles, como divulgaron ayer los medios de comunicación del Grupo Corripio, que hay cupo en los centros educativos, aulas y maestros para el año escolar 2025-2026. Ese anuncio pudo ser mucho más regocijante de como lo ven algunos. Debió de reconfortar y alborozar.
Cuando el licenciado Luis Miguel De Camps García hablaba, una seccional de la Asociación Dominicana de Profesores anunciaba una nueva paralización. La amenaza esta vez se circunscribe a Salcedo, donde los sindicalistas “se verán precisados a no iniciar el venidero año escolar y a realizar un plan de lucha”.
Desde hace mucho creo que un sino fatal persigue al sistema educativo dominicano. La señal se aprecia en, como dijo el escritor Miguel Guerrero durante una conferencia en la Biblioteca Nacional, que en las aulas la silla del profesor es ocupada por un sindicalista. Y eso es una fatalidad, agrego yo, que nos persigue.
El sino, según la cultura griega, es una fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos. Se asocia a lo que la tradición dominicana llama destino, ante lo cual el común de la gente tiende a creer que una situación no tiene remedio, que contra eso no se puede luchar. Parece que esa señal pesa sobre nuestras escuelas.
¿No es para solazarse la noticia dada por De Camps García en el sentido de que el sistema educativo dominicano estará preparado para recibir a todos los estudiantes en el próximo año escolar, garantizando cupos, aulas, materiales y maestros, “pese a los desafíos históricos de distribución territorial y calidad en la enseñanza”?
El ministro estuvo acompañado de los viceministros de Educación y cada uno explicó logros y metas en sus áreas: jornada extendida, gestión efectiva, presencialidad clave, déficit estructural, nombramiento docente. Por lo dicho, las condiciones están dadas para un inicio feliz del año escolar, como merecen nuestros muchachos.
Pero los sindicalistas persistirán en las paralizaciones de docencia. Nadie duda, a no ser algunos gremialistas renuentes al trabajo, que esas paralizaciones en las escuelas entorpecen el desarrollo de la educación. Cuando se entorpece la educación toda la nación se entorpece. Y abunda la gente torpe.
La parálisis impide el avance. En Medicina, la parálisis provoca la privación o disminución del movimiento de una o varias partes del cuerpo. En los planos laboral y social, la parálisis, como las huelgas de maestros, limitan el crecimiento de la sociedad, lo cual se traduce en atraso. Y eso es maléfico.