El presidente de Perú, Pedro Castillo, enfrenta su primera crisis con la renuencia de la oposición de aprobar la investidura de su gabinete si no cambia al primer ministro Guido Bellido y a otros funcionarios tildados de izquierdistas.

En el caso de Bellido también se ha alegado, como para guardar las apariencias, que ha sido imputado de apología al terrorismo. La crisis es propia de un país donde los últimos gobernantes electos han ido a parar a la cárcel y el exilio por el escándalo de los sobornos del consorcio Odebrecht.

Por las mismas razones se suicidó el expresidente Alan García, y la líder opositora Keiko Fujimori, quien perdió de Castillo la batalla por la presidencia, también fue encarcelada y tiene juicio pendiente. La oposición busca desde temprano poner una camisa de fuerza al mandatario por sus ideas de izquierda.

Pero antes que dejarse torcer el brazo el Gobierno inició negociaciones con Acción Popular, el partido que preside el Congreso.

La oposición dice que quiere que haya gobernabilidad, pero la actitud asumida con la objeción a varios ministros dista mucho de esa necesidad en una nación en que aún prevalecen las tensiones generadas por el proceso electoral.

La situación es complicada para el presidente, pues remover a Bellido y otros ministros sería una muestra de debilidad, en tanto son influyentes los sectores que temen el giro político que podría tomar el Gobierno en una coyuntura tan delicada. Aunque haya sido electo con el voto mayoritario de la población.