Opinión

Entenderse

Entenderse

Cualquier sociedad por pequeña, mediana o grande que sea, igual que en una familia, debe desarrollar capacidad de entendimiento, de comprenderse. Esa necesidad nos debilita y nos sitúa en tal nivel de crisis que terceros tienen que intervenir en calidad de mediadores para conciliar o mantenernos en una relativa armonía.

En los años noventa del pasado siglo XX, la sociedad civil impulsó una agenda precisamente en momentos en que los líderes históricos, por así decirlo, habían muerto o estaban llegando a su fin (Peña Gómez, Juan Bosch, Balaguer, Majluta), lo que dejaba ver una brecha a través de la cual iniciaríamos otra posible etapa histórica. O pudo haberse iniciado.

En esos años en que la sociedad civil fue suficientemente pro-activa de cara a la gestión pública y a los partidos políticos también nos faltó entendimiento, de manera que monseñor Agripino Núñez Collado, más que la propia Iglesia Católica, hubo de ejercer un liderazgo importante, situándose como una gran mediador, quiérase o no.

Fruto de ese vacío racional, de sabernos entender, ¿a dónde fuimos a parar?
Asumo que el resultado de nuestra posible incapacidad de entendernos o de racionalizar nuestros intereses nos condujo a aceptar las famosas altas cortes.

En principio, modificamos la función y carácter de la Junta Central Electoral, estableciendo dos cabezas para un mismo cuerpo.

¿Lo recordamos? ¿Lo olvidamos?

Luego, ¿qué más? Los asuntos electorales, por simplones que han sido desde siempre, terminaron para su decisión en un Tribunal Supremo, y luego-no conformes- optamos por crear un Tribunal Constitucional porque, entre otras cosas, dejamos hasta de creer en la intermedia

El Nacional

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