Encuentro sin abrazos

Nos encontramos en una ciudad costera cerca de Londres, y a pesar de tener tantos años sin vernos, tuve que conformarme con un saludo a distancia tipo Namásté: una solemne inclinación de cabeza con manos en actitud de oración.

Nos sentamos en la arena frente al mar y allí nos pusimos un poco al día: hablamos de los amigos en común, de los hijos, los proyectos y sobre todo, recordamos años vividos en las aulas de la universidad y en el ejercicio periodístico en nuestro país.
Guardando siempre la distancia, caminamos por las calles de Brighton. Me mostró algunos monumentos y sitios emblemáticos, mientras me hablaba de las características de esta ciudad.

Luego, nos detuvimos a tomar algo en un café y como es costumbre en estos tiempos, vino a la conversación la pandemia, las predicciones y los cambios generados. Ella estaba sorprendida de que yo viajara a Europa en este periodo. Sentí su sorpresa cuando le dije que nos detuvimos en Bélgica y que estuve varios días en Holanda, ayudando a mi hija a instalarse para un master.

No me atreví a contar más, por miedo a que saliera corriendo. Solo dije que como siempre, viajamos a Europa para encontrarnos con mi hija y las raíces de mi marido. Creo que hubiese acortado el encuentro si le contaba de nuestro viaje a Grecia y los baños en el mediterráneo.

Igual si se entera, que hicimos un amplio tour por campos, ríos y sitios de plena naturaleza en Francia.

Al final, nos despedimos sin besos ni abrazos, pero igual estaba feliz de encontrarme y compartir con mi colega y amiga de long time, a pesar del distanciamiento social.

Por: Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com