Infobae.- El chicle de menta se ha convertido en un aliado infaltable para muchas personas en la rutina diaria. Pero ¿qué tan saludable es masticarlo constantemente? Aunque este hábito puede ofrecer beneficios, también conlleva riesgos que conviene tener en cuenta, según advierten dentistas, gastroenterólogos y especialistas en salud ambiental.
Beneficios comprobados: de la boca al cerebro
1. Mejor salud bucal.
Masticar chicle sin azúcar estimula la producción de saliva, lo que ayuda a neutralizar la acidez bucal y prevenir la formación de caries. Además, actúa como un barrido mecánico que elimina restos de comida y placa, especialmente tras las comidas, señaló Peter Arsenault, dentista de la Facultad de Odontología de la Universidad Tufts.
Chicles endulzados con xilitol —un sustituto del azúcar— ofrecen beneficios adicionales. Un metaanálisis de 2022 con 30 estudios concluyó que masticarlo entre tres y cinco veces al día podría reducir el riesgo de caries en un 17%.
2. Alivio para la acidez estomacal.
La saliva adicional generada al masticar puede ayudar a neutralizar el ácido gástrico en el esófago. Un estudio de 2005 observó que, en personas propensas al reflujo, mascar chicle sin azúcar durante 30 minutos después de comer redujo significativamente los niveles de ácido esofágico.
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3. Mejora en la concentración y el ánimo.
Algunos estudios sugieren que masticar chicle puede mejorar el rendimiento cognitivo y reducir el estrés momentáneamente.
Una investigación de 2018 con adultos halló que quienes mascaban chicle mientras estudiaban obtenían mejores resultados en evaluaciones posteriores.
Para algunas personas, también actúa como una vía de escape del nerviosismo, similar al acto de agitar una pierna o jugar con el cabello.

Los riesgos de un hábito prolongado
1. Problemas de mandíbula.
Mascar chicle en exceso puede sobrecargar la articulación temporomandibular (ATM), generando fatiga, dolor, crujidos e incluso dolores de cabeza. Esto es especialmente problemático en personas que aprietan los dientes o padecen trastornos en la mandíbula. Los expertos recomiendan limitar su uso a 15 o 20 minutos después de las comidas.
2. Trastornos digestivos.
Aunque puede ayudar con el reflujo en algunos casos, en otros el chicle podría empeorarlo al relajar el esfínter esofágico inferior. Además, masticar de forma rápida o constante puede llevar a tragar aire sin querer, provocando hinchazón, gases o eructos. Endulzantes como el xilitol o el sorbitol también pueden tener efectos laxantes en algunas personas, causando diarrea o calambres.
3. Exposición a microplásticos.
Muchos chicles contienen compuestos plásticos como polietileno y acetato de polivinilo para lograr su elasticidad. Un estudio reciente sugiere que estas sustancias pueden liberarse en la boca durante la masticación, aunque aún no se conocen bien sus efectos en la salud humana.
Según la investigadora ambiental Katrina Korfmacher, lo más prudente podría ser no cambiar de chicle tan seguido, ya que la mayoría de los microplásticos se liberan durante los primeros minutos de uso.
En resumen
Mascar chicle ocasionalmente, y preferiblemente sin azúcar, puede ofrecer beneficios para la salud bucal, la digestión y hasta el estado de ánimo. No obstante, hacerlo durante muchas horas al día puede provocar más problemas que soluciones.
Y por último, si decides usar chicle como parte de tu rutina, recuerda una regla básica de cortesía y conciencia ambiental: no lo tires al suelo.
Fuente Infobae.-