Eran tiempos difíciles cuando en RD habían pocos habitantes (2.6 en todo el país) y en la ciudad capital quizás un poco más de 300 mil y sin ser el béisbol el deporte rey del gobernante de turno, sin preguntarle a nadie, característica esencial de un dictador se levantó el Estadio Quisqueya en aquella época en las afueras del centro de la ciudad.

Con una inversión de 3.5 millones de pesos lo que hoy serían más de 140 millones de pesos se construyó el estadio capitalino. Su construcción duró cerca de dos años y era el ejemplo de los estadios de béisbol del Caribe, aunque ya Cuba tenía el Latinoamérica de La Habana.

Hoy ya han pasado casi 70 años de su fundación y nuestro torneo de béisbol profesional se juega en el mismo aforo, y en contadas veladas beisboleras se llena a capacidad. Este sigue siendo un monumento al béisbol, apto en butacas para el público promedio que asiste a los juegos de temporada, pero hoy en día muy distante a lo que es un estadio de béisbol en el mundo.

Solo hay que ir a México y a la inestable Venezuela para ver que en los últimos años se han construido tres o cuatro estadios modernos con una inversión respetuosa cumpliendo con todos los estándares del mejor béisbol del mundo.

Hace unos días el influyente comunicador Dionisio Soldevilla, en una conversación para su programa de TV me preguntó si entendía que debiéramos remplazar el Quisqueya y yo le contesté: Dionisio, entiendo que hay que modernizar el que tenemos y adaptarlo a los nuevos tiempos, pero pensar en estadio de 25 o 50 mil espectadores se podría convertir en elegante blanco.

Sigo creyendo que un estadio de 12 a 15 mil fanáticos es el que necesitamos en la actualidad dotado de modernidad y que guarde la esencia del viejo Quisqueya.

Ejemplo: El fórum de la Guaira, Venezuela con capacidad de 14,300 fanáticos con un sistema de iluminación impresionante y con la modernidad necesaria para el momento actual.

Por: Alberto Rodríguez

arodriguezalberto@gmail.com