Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

POR:  Rafael R. Ramírez Ferreira

rafaelelpiloto1@hotmail.com

 

Aquello que en su día tuvo vigencia, hoy reaparece con más fe

 

Todo en la vida va sufriendo transformaciones y otras cosas son reemplazadas y lo que no es, pero que fue, vuelve otra vez a ser. Y, esa lucha del ser humano parece ser interminable, aunque la historia siempre está presente para recordárnoslo, aun nos neguemos admitirlo en medio del caos en que vivimos y esa lucha por escapar del sinsentido de nuestro mundo.

El ignorante no entiende la naturaleza y el orden de las cosas y se deja llevar en su comportamiento por las apariencias externas y las pasiones que despiertan en estos tiempos de supuesto modernismo, las ambiciones, la moda o la soberbia, cosas estas que nos alocan en demasía.

Normalmente este tipo de ignorantes, han carecido de los favores del primer espacio socializador del niño, es decir, la de un entorno familiar apropiado que los introduzca en las prácticas morales, en los fundamentos sagrados, públicos y privados que conforman la vida en sociedad. Viven, por así decir, en medio de una carencia de principios relacionados con los deberes y una moralidad basada en un humanitarismo difuso.

Sobrevivimos en una sociedad que en apariencia ahora cultiva, lo que supuestamente había sido desechado por aquellos grandes pensadores y jerarcas romanos, y que era algo común. Nos referimos al culto por los amores con jovencitos, de efebos, es decir, de aquellos adolescentes especialmente muy atractivos.

Pero, con morbo o sin él, la realidad se impone y en ocasiones como esta, conocer la realidad asusta más que el mito. Tenemos una clase social farandulera, que actúa bajo las sombras, camuflada bajo perfumadas sabanas de seda, cuyos actos salen a colación solo cuando llega una desgracia. Estos faranduleros, son los mismos que se desgarran las vestiduras ante un hecho aberrante pero, además son los mismos que vienen desde otras tierras y son recibidos con el ya conocido trato de Guacaraganix.

Cabría preguntar ¿por qué la homosexualidad se ha degradado tanto y de tal manera? ¿por qué la agresividad de los “pájaros”? Se dice que la amistad y el amor no quitan conocimiento y cada quien puede y está en su derecho de tener la orientación sexual que le plazca pero, ejercer esa sexualidad en base a debilidades de otros seres, sean estos los que fueren y defender esa personalidad desdoblada, es otra cosa. Por eso tenemos a diario tantos desenlaces fatales en esa comunidad gay, en ese servicio de “putos”.

Sin embargo, esos mismos defensores a ultranza que defiende este tipo de conducta, no dicen esta boca es mía con relación a aquellas damiselas que llevan a cabo abiertamente la profesión de trabajadoras sexuales. Y, no nos referimos a esas otras modernas y vanguardistas, esas que tienen el mismo corte de pelo y de cintura, que han progresado de beeper a celular, no señor, esas son otra cosa, esas solo sirven a la hipócrita alta sociedad.

Nos referimos aquellas que con honra y por necesidad llevan a cabo una de las profesiones más antiguas de la humanidad. Nos referimos a esas desamparadas de todo, mal vistas y criticadas a lo máximo por la misma sociedad que permite y fomenta el mercado de los “prostitutos”, el de los cueros-machos. Nos referimos, como canta Perales, a esas chicas alegres de la calle, que derraman perfume en la noche, con las puertas abiertas por si hay alguien para invitarlas a alguna noche.

Nos referimos a esas trabajadoras sexuales que no matan, a esas que no califican para ser defendidas por la alta e hipócrita sociedad ni por la pendeja clase media, nos referimos a “esas mariposas de escarcha y cristal”, a esas que no tienen quien les escriba y defienda; a “esas samaritanas del amor que van dejando el corazón entre la esquina y el café, entre sombras del jardín o en las penumbras de un burdel de madrugada, esas muñecas frágiles de amor, que dan a cambio de una flor el alma”…esas, no tienen dolientes. Así es. Así nomas. ¡Sí señor!
Twitter:@rafaelpiloto01

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