Hay personas a quienes la tristeza no destruye, y otras a quienes su efecto corrosivo logra desarticular. Pienso en Ligia Minaya, una de sus víctimas recientes, y en Tony Capellán.
“Que nadie asocie mi nombre a la tristeza”, la famosa frase de Fusik cuando lo conducían al patíbulo, parecía ser el grito de paz del Reverendo Wiliam Wipfler, pastor episcopal que vino al país en el 1955 y residió en La Romana, junto con otro pastor: Phil Wheaton, en los tiempos mas difíciles de la dictadura. De hecho a Bill lo incluyeron en un listado de personas a asesinar en 1961, de la cual escapó cuando obligaron a la familia Trujillo a abandonar el país. De aquí se marchó en 1963, a raíz del golpe de estado contra Juan Bosch, y regresó a New York, a terminar su doctorado en Teología en la Universidad de Columbia, y a continuar su trabajo episcopal y ecuménico, en San José, Costa Rica, en uno de sus barrios más pobres.
En 1967 lo nombraron como director de la oficina para América Latina de Consejo Nacional de Iglesias Evangélicas, y una de sus primeras acciones fue denunciar el listado de casi 300 prisioneros políticos en la Argentina, condenados a muerte por la guerra sucia del Plan Cóndor, programa de exterminio que se creó en Paraguay durante la dictadura de Stroessner. El Brasil, con una dictadura militar, fue uno de sus auspiciantes y practicante de la tortura, de la cual Bolsonaro, a un paso de la presidencia, era y es uno de sus fervientes defensores.
Director de América Latina, del Consejo, en 1974, Bill se empleó a fondo en ayudar a los presos políticos de Pinochet, denunciando en el Congreso, las violaciones a los derechos humanos que también ocurrían en Honduras, Nicaragua y El Salvador.
En 1976, fue invitado por Monseñor Romero, a una visita al país que los convirtió en grandes amigos, por eso Bill organiza una comisión de iglesias evangélicas que viaja a El Salvador a apoyar la lucha de Romero para que el ejército cesara e su exterminio de la población civil. Al otro día de llegar asesinaron a Romero en plena misa, pero Bill no perdió la alegría.
En 1977 Bill se convertiría en el director de la Oficina de Derechos Humanos y es ahí donde me solicita ser su asistente de investigación para su tesis doctoral sobre la iglesia católica en Dominicana. Ya en 1966, Bill había escrito una Historia del Protestantismo en Dominicana, siendo el primero de una lista de autores que escribieron sobre el tema.
En 1980 publicó su estudio sobre la iglesia en Santo Domingo que no pudo venir a reeditar.
Paz.