Reportajes

Evolución del femichismo y masculinismo hasta siglo XXI

Evolución del femichismo y masculinismo hasta siglo XXI

(Y II)
La sordera política de un poder administrado por los hombres generó como reacción un histrionismo de género que provocó la segunda ola de la corriente feminista, la cual tuvo como precursora histórica a la filósofa y escritora francesa Simone de Beauvoir, con su obra “El segundo sexo”.

Esta autora que murió en 1986, promovió el aborto y el lesbianismo, y no solo que lo promovía, sino que también lo practicaba.

Llevó una vida promiscua en su intimidad, la cual no temió nunca en revelar, haciendo de conocimiento público su atracción tanto hacia hombres como a mujeres, llegando incluso a compartir con ambos sexos a la vez.

Dentro de sus principales reclamos como líder feminista, aparte del aborto y la aceptación del lesbianismo se encontraban reclamos tales como la incorporación de la mujer a espacios laborales reservados únicamente para hombres y la vindicación del eslabón perdido en la primera ola que buscaba dar los mismos derechos a las mujeres negras.

De entre todos los reclamos de la segunda ola de la corriente feminista liderada por Simone de Beauvoir, solamente no fue conquistado, el derecho al aborto.

Tercera ola
La madre y precursora de la tercera ola de la corriente feminista fue “The Internet”. Tal vez el www responde a women, women, women. Fue con esta apertura histriónica que la lucha feminista se complicó.

Después del año 1990, el refrán de que “Cada cabeza es un mundo” adquiere un protagonismo histórico dado al hecho de que cada individuo, sea hombre o mujer, tiene los mismos derechos mediáticos para difundir su mensaje.

Pero como el trastorno histriónico de la personalidad (THP) afecta a cuatro mujeres por cada hombre, es decir, a un 80% de los afectados, no resulta una sorpresa que aún a la fecha las protestas feministas, en su mayoría, estén representadas por mujeres mostrando sus senos con un mensaje escrito en ellos.

Esta falta de atención genéticamente heredada ha degenerado en un exhibicionismo erótico que busca notoriedad en términos de likes y views. Ya muchas mujeres de hoy día no se sienten representadas por la bandera que enarbolan las feministas. Pero tampoco la mayoría de los hombres de hoy día encajamos en la definición de machismo.

El término feminismo, aunque empieza a generar rechazo dentro de su mismo bando, aún es aceptado de manera honorable y prestigiosa por la sociedad, mientras que el término machismo, por el contrario, es denostativo en cualquier plano ciudadano en que se le mencione.

“Masculinista” y “femichista”
En este artículo buscamos balancear las injusticias de ambos lados, porque no todos los hombres somos machistas y no todas las mujeres se sienten representadas por la bandera feminista que no mide formas ni valores para lograr sus objetivos.

Por tanto, las mujeres que se han distanciado de sus ideologías de género, las que no reconocen que ya no hay discriminación, las que provocan sicológica y físicamente a un hombre hasta llevarlo al plano donde pierda la razón judicial, las que practican la independencia del cuerpo, pero no del bolsillo, estas deben ser llamadas “femichistas”.

En la misma dirección, pero en sentido contrario, los hombres que apoyamos las conquistas feministas en la preparación académica, en los puestos de trabajo, en la política, en los círculos sociales y roles familiares, debemos promover otro término que encaje mejor con nuestra conducta respetuosa para con las mujeres.

Pero, además debemos iniciar nuestra propia lucha con objetivos bien definidos, en pos de lograr un mejor trato judicial y no ser tratados como culpables por una mera presunción que hace pagar a justos por pecadores.

El término “masculinismo” a partir de 1990 adquirió connotación en países europeos, principalmente en Francia y buscaba precisamente esto que planteamos.

El masculinista no debe ser visto como anti-feminista, sino todo lo contrario, como feminista, como fue en el principio para el siglo XVIII. En resumen, como cantaba Rolando La Serie en su popular tema “Las Cuarenta”, donde aseguraba que “cada carta tiene contra y cada contra se da”.

Separemos el bien del mal, que no nos confundamos en el camino. El feminismo es bueno, pero debemos identificar a las femichistas y señalarles su mal. El masculinismo es bueno, pero debemos seguir identificando a los machistas y continuar señalándoles su mal.

Por: VLADIMIR VÁSQUEZ BONETTI
v_vasquez@hotmail.com

El Nacional

La Voz de Todos