La semana pasada hubo en un día al menos tres feminicidios, perdidos en un sistema de registro sin indicadores suficientes para reconocerlos. Como el ocurrido el miércoles 28 pasado, a las 6:00 am, en el Distrito Municipal de Angelina, Cotui, Provincia Sánchez Ramírez, del que supimos esa misma mañana por una querida amiga que reside en Lawrence, Massachusetts, y se comunicó diciéndonos que la víctima era hermana de una persona de la comunidad dominicana residente allí.
El suceso, presentado al mediodía en las noticias televisadas, reportaba que Pedro Martínez, asfixió a Odalis Emilia Espino ¨a raíz de una acalorada discusión por motivos pasionales¨, usando la imperdonable excusa de la ¨pasión¨ y explicando que el feminicida después, trató de suicidarse cortándose las venas.
Ese mismo miércoles, en La Vega, María Isabel Guzmán, murió a causa de heridas de perdigones en el pecho, inferidas por Juan de Jesús Ledesma, quien se suicidó de un disparo después de cometer el hecho. Un hermano de la víctima, decía que ese día, ella pensaba querellarse en La Vega, porque el feminicida la amenazaba con matarla y suicidarse.
La noche de ese miércoles, también falleció en la unidad de personas quemadas del hospital Luis Eduardo Aybar (Morgan), Ana Iris Rosario, quien sufriera quemaduras graves un par de semanas atrás, en el incendio provocado por José Orides Valenzuela en Dajabón, donde murió carbonizado el niño de dos años Kendy Vargas, nieto de la víctima.
Tres muertes por violencia basada en el género contra la mujer en un solo día. Poco reportadas por provincianas, sin seguimiento, como el caso de la víctima quemada y en fin, con la indiferencia de un Estado que insiste en ignorar que esto, también es una epidemia a declarar.
Desde comienzos de los noventa, la Organización Panamericana de la Salud, OPS, declaró la violencia contra las mujeres como un problema grave de salud y de derecho, reafirmándolo la Organización Mundial de la Salud, OMS, en 2013, cuando agrega que, además, ¨es un problema mundial con proporciones epidémicas, medible por su impacto en la salud física y mental de las mujeres y las niñas¨.
Políticamente, nuestro país reacciona en reclamos al Ministerio de Salud Pública y al sistema de salud en general frente al dengue, que sobrepasa el centenar de víctimas mortales, contrario a muchos países del área con el doble de casos y apenas mortalidad, una referencia que cuestiona directamente los servicios médicos.
Entonces, Cómo no pueden reconocer que casi 300 mujeres muertas al año por violencia y causas asociadas a la maternidad, es una epidemia grave?