En las provincias fronterizas, hay muchas autoridades que tratan con benignidad, y a veces son cómplices del tráfico ilegal de haitianos, permitiendo que tal práctica se convierta hoy en un problema grave y muy sensible para la República Dominicana, toda vez que la inmigración de indocumentados fluye de manera desbordante.
Todos los días, sin parar, entran al país decenas de haitianos por los diversos puntos de la línea limítrofe de ambas naciones, lo que significa que la población de origen africano, aumenta vertiginosamente en un camino imparable, ocupando amplios territorios y desplazando a los dominicanos en casi la totalidad de los trabajos informales.
El procurador fiscal de la provincia Valverde, doctor Víctor Manuel Mejia, enfrenta con energía a los traficantes de ilegales que son apresados, mientras son trasladados en vehículos, algunos alquilados en Rent Car, y actuando dentro del marco de ley 137-03, somete a los tribunales a los autores de la infracción criminal, cuyas penas oscilan entre 10 y 15 años.
El magistrado, con asiento en el municipio de Mao, reveló a quien suscribe que los haitianos ilegales atrapados por el Ejército en varios puntos de chequeos existentes en esa jurisdicción, vienen apiñados en yipetas y caminos encapotados, defecando y originándose encima unos con otros, provocando una desagradable fetidez, difícil de soportar, y que los mismos son devueltos a Haití por la dirección de Migración, con supervisión de representantes del Ministerio Público.
Y los traficantes juzgados en los tribunales, en tanto los vehículos incautados son enviados a la capital. aunque las compañías de alquileres de vehículos los reclaman como suyos y piden su devolución, sus reclamos son negados en virtud de que se tratan de cuerpos del delito.
El doctor Mejía es elogiado por su conducta estricta con el éxodo de inmigrantes haitianos, y por su actitud muchos lo llaman el fiscal patriótico de la línea Noroeste y fiscal de la Patria, pues es inflexible y muy firme en su labor de jefe de la investigación y persecución de los que violan la ley con el terrible trasiego de ilegales, los cuales persiguen, en el fondo, apodarse del país como lo hicieron en el año 1822.