Opinión

Fortaleza partidos pequeños

Fortaleza  partidos pequeños

Tres mitos a despejar sobre los partidos pequeños (lo de “emergentes” es un eufemismo impreciso): prefieren depender de los grandes o establecidos, se conforman con el reducido presupuesto estatal a través de la Junta Central Electoral (JCE) y les importa un bledo los problemas nacionales. Todas verdades a media en algunos, y tajantes mentiras en la mayoría de los casos.

Mala fama debida, antes que nada, a una reducida tarea de difusión. Aquí, como en todas partes, el que paga es el que goza. Y las agrupaciones pequeñas carecen de partidas presupuestales que les permitan competir en espacio, incidencia y frecuencia mediática.

Chávez –sí, el comandante Hugo Chávez- contaba que después del frustrado golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, fuera de la cárcel años después, anduvo todas las redacciones de periódicos, emisoras de radio y televisión procurando publicar una nota de prensa de su pequeño movimiento, y nadie la publicaba. Lo que hacían no pocos de los periodistas era mofarse de su vestimenta y reciente “alocada” hazaña. “Ahora ando rogando para que saquen mi nombre de sus páginas y pantallas”, comentaba repetidas veces, ya como Presidente. No dudo que al PLD de Bosch haya vivido similar experiencia meses y años después de su fundación en 1973.

Pasamos, pues, a desmentir los mitos enumerados en el primer párrafo de este artículo: No se crea un cuerpo para que dependa permanentemente de uno mayor. El tiempo de la dependencia se supera con la madurez, propósito que debe ir de la mano con el crecimiento. Es lo que le da permanencia y carácter de seriedad. Es lo que partidos, como el Humanista Dominicano (PHD), ponen de manifiesto renovando su cuadros, promulgando nuevos estatutos y diseñando una estrategia política, para insertarse a un nuevo orden político, sin echar a un lado sus orígenes y principios. De ahí sus notables e inspiradores aportes a la unidad y pujanza de la Convergencia por un Mejor País.

El presupuesto de los minoritarios es de subsistencia. No sirve ni siquiera para lograr una mínima presencia. Frena, por el contrario, las aspiraciones de crecimiento como parte del compromiso que contrae con la sociedad al momento de recibir un subsidio del horario, por reducido que sea. Debe, desde luego, romper el círculo cerrado que se produce cuando los recursos propenden a la inercia. Desafío que pone a prueba la capacidad, la imaginación y el talento de sus dirigentes.

Decir que los pequeños carecen de una agenda consistente y creíble para levantar las banderas que los pueblos quieren ver en alto, es ignorar sus interioridades.

El Nacional

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