El caso del adolescente muerto por un teniente de la Policía en Sabana Grande de Boyá cuando disparó a un supuesto delincuente pone de manifiesto lo lejana que todavía está la profesionalización del cuerpo para garantizar la seguridad ciudadana y el orden público.

Es inconcebible, conforme a las versiones, que el oficial Rosario Bernardo Joseph bajara del vehículo en que prestaba servicios para dispararle, sin medir los riesgos, a un joven buscado por supuestos delitos.

Los disparos a Alberto Vallejo, de 20 años y quien era perseguido por un robo en Punta Cana, Higüey, no solo segaron la vida de Alexander Silva, de 17 años, sino que hirieron a otras dos personas.

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Por la indignación la comunidad de Sabana Grande no solo se movilizó, sino que trató de incendiar el destacamento de la Policía.

El suceso en que resultó mortalmente herido el joven, quien transitaba en una motocicleta, ocurrió el miércoles cerca de las 7:00 de la noche en los alrededores del hospital Pedro Heredia Rojas.

La tragedia se agrega a muchos otros sucesos que ponen de manifiesto la necesidad de erradicar de una vez y por todas la cultura del gatillo en la lucha contra la delincuencia.