Carlos T. Martinez
Para nadie es un secreto que el dinero suele volver loco a cualquiera, sin embargo, hay seres humanos que por más dinero que tengan se mantienen tan humilde como el que no tiene nada.
Es increíble como uno de los hombres más rico de este país, don José Luis Corripio Estrada, conocido cariñosamente como Don Pepín Corripio, es eminentemente agradable y correcto.
Hablar con él es un deleite, ya que posee una prosa extraordinaria, es como si su voz tuviera música en cada expresión.
Cada encuentro con él es sumamente enriquecedor.
Recientemente, le estuve visitando con mi amiga y presidenta de Acroarte, Emelyn Baldera, y nos recibió en su biblioteca, un lugar mágico lleno de conocimiento y sabiduría, el cual él enriquece con su trato cortés, amable y afectuoso, ese con el que me ha distinguido durante tantos años de amistad que tenemos.
Ojalá y muchos seres humanos que, a veces no tienen un centavo y tratan a los que le rodean con un desdén, puedan tomar como paradigma a Don Pepín Corripio, un hombre que no se deja cegar de su riqueza.
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Pero además es un amigo que siempre está ahí para los amigos. Cuando se me ha presentado situaciones difíciles le he dejado mensaje con su asistente y esa llamada es devuelta en el momento menos esperado.
Yo quisiera que algunos jóvenes que van subiendo con mucho ímpetu de grandeza y que entienden que se están llevando el mundo por delante, actuaran con la presteza, la consideración y el respeto de Pepín.
Pero además de su gran calidad humana hacia los demás, resaltar también el gran legado que ha construido y dejado a su familia, muy especial a Manuel Corripio
Don Pepín es la humildad hecha persona. Gracias por honrarme con su amistad durante todos estos años.
