Editorial

Gravísimo

Gravísimo

El hecho de que la sociedad dominicana no se haya  convulsionado por la revelación de que en la oficina de una jueza de Corte se detectó micrófonos ocultos colocados con el  evidente propósito de espiarla,  refleja un mal  síntoma de desdén colectivo ante una grave agresión al Poder Judicial y  a la institucionalidad.

La doctora Katia Miguelina Jiménez, de la Primera  Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional,  denunció  que desconocidos  instalaron en su despacho del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva,  equipos electrónicos para poder escuchar  todas las conversaciones  de la magistrada o de personas que las visitan.

Se trata de una denuncia comprobada y gravísima que puede ser la punta de un iceberg relacionado con un vasto espionaje a jueces y fiscales  que  manejan o investigan  expedientes de índole criminal, pues nunca debe olvidarse que la  doctora Jiménez es jueza de Corte penal.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Jorge Subero Isa, ha instruido para que esa denuncia  de espionaje se investigue a profundidad y se extienda a todo el aparato judicial  a los fines de  poder detectar si  en otros despachos de jueces  se han colocado micrófonos ocultos.

La jueza Jiménez ha conocido  y conoce  en su tribunal de  sonados casos sobre infracción criminal por lo que  sobran motivos para que  gente sin escrúpulos patrocine tan detectable acción de espiarla, lo que quizás se haya extendido a otros despachos del Poder Judicial y Ministerio Público.

Teléfonos  de oficina o móviles correspondiente a  funcionarios, periodistas, empresarios, políticos, jueces, fiscales, militares y policías  son intervenidos por  añejas corporaciones de espionaje que al parecer incursionan ahora en el servicio de  colocación de micrófonos con los mismos vulgares propósitos.

Las autoridades no  pueden ni deben minimizar la denuncia que ha hecho la jueza Jiménez; por el contrario, esa queja debe motivar una acción mayor contra una  empresa criminal que por décadas ha  generado  grandes fortunas  por medio de la comercialización del chantaje, extorsión y venta de información obtenida a través del espionaje.

 Que no se alegue ignorancia.

El Nacional

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