Opinión Editorial

La guerra y la paz

La guerra y la paz

El ataque perpetrado por Estados Unidos contra instalaciones nucleares de Irán, definido por el presidente Donald Trump como “un espectacular éxito militar”, coloca a Oriente Medio en su mayor nivel de riesgo bélico regional y al mundo al borde de otra crisis económica y financiera originada en conflictos geopolíticos.

Aun cuando la ofensiva estadounidense haya “pulverizado las ambiciones nucleares de Irán”, como proclamó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, el uso de la fuerza no resulta fórmula infalible para alcanzar la paz en la convulsionada zona, impactada ayer por oleadas de misiles de Teherán contra Israel.

Con su involucramiento en el conflicto entre Israel e Irán, Estados Unidos renunció a su muy necesario rol de árbitro y ha abierto trecho para que otras potencias se sientan con igual derecho al uso de la fuerza como remedio para alcanzar objetivos geopolíticos.

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Desde el momento cuando Trump exigió el desplazamiento de millones de residentes en la capital Iraní para dar paso al cruento bombardeo contra las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, se abrieron las compuertas de la incertidumbre a nivel global.

En lo inmediato, ese “espectacular éxito militar” eleva presión sobre el precio del petróleo y agrava la previsión de crisis económica mundial, ya tensada por la guerra de aranceles, en un nivel de incertidumbre que cubriría a todos los mercados.

Se resalta que el predicamento electoral con el cual Trump retornó a la Casa Blanca, de que Estados Unidos no se involucraría en guerras ni conflictos armados, quedó sepultado con la orden de bombardear sitios nucleares de Irán, por lo que en lo adelante Washington formará parte del problema y no de la solución.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, emerge como el gran ganador por la abrupta intervención de Trump en el conflicto entre Tel Aviv y Teherán, porque logró imponer su tesis de que “primero viene la fuerza, luego viene a paz”, al punto que Trump amenazó con ataques mucho peores “si la paz no llega ya”.

República Dominicana, sin incidencia en ese ni en ninguno de esos conflictos, sufriría las consecuencias de la sinrazón que predomina en el mundo colocado patas arribas por un liderazgo que promueve la guerra como anticipo de una paz sesgada que se impone y descansa en el uso de bombas y misiles.

El Nacional

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