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Haití e ingratitud

Haití e ingratitud

Hugo A. Ysalguez

Cada vez que ocurre una catástrofe en Haití, la República Dominica es la primera que acude en su auxilio por la cercanía y por el espíritu de solidaridad que caracteriza a nuestro pueblo que, con muchas falencias, no tiene reparos en ayudar a los damnificados haitianos, víctimas de fenómenos naturales que causan muchos estragos en el vecino país, digno de mejor suerte, dado que también sufren las consecuencias de un Estado colapsado.

Decía José Martí que los ingratos no tienen memoria e incluso cuando en Montecristi, el apóstol consiguió el apoyo incondicional del prócer Máximo Gómez, le dijo “por tú sacrifico no espere recompensa y lo más probable recibirá la ingratitud de la gente”.

La cita no es textual, pero obedece a su real contenido y lo mismo ocurre con Haití que desprecia y no valora las ayudas dominicanas que llegan allí en medio de amenazas a las personas y hasta los propios militares que acuden a su territorio con cargamentos de alimentos y medicinas, a fin de aliviar sus vicisitudes.

 El economista José Café, nos escribe desde Barcelona España, con algunas pinceladas de nuestras relaciones con Haití, y su epístola dice: Una conflagración bélica entre Haití y RD podría ser deseable, pero no probable.

Los haitianos son pobres pero no tontos.  Su prioridad es sobrevivir y la RD es su gallina de los huevos de oro;  no la van a matar y para comérsela mucho menos.

 Antes del desmantelamiento de sus fuerzas armadas estuvieron pensando igual porque iban sobrados como RD ahora. Su fuerza área tenía 18 aviones Mirage.

 Probablemente y todavía,  la de  RD  no tiene aeronaves con esas capacidades. Es numerosa y permanente la queja de que los países desarrollados no ayudan con Haití. Sin embargo, la mejor ayuda  la dio Bill Clinton en 1993 desmantelando sus fuerzas armadas. Eso impidió que el Estado Dominicano tuviera  la presión de actualizar la suya  con grandes gastos para competir con la haitiana. Y puede ser que ahí esté la clave del milagro económico dominicano.

 Los japoneses, alemanes, surcoreanos y costarricenses no son más listos que los nacionales de otros países. Lo que pasa es que sus gastos militares son mínimos. Por eso han podido dedicar más recursos a la salud, educación y otros servicios para desarrollarse más.

 El conjunto de economistas  y organismos internacionales del mundo se la pasan hablando del déficit fiscal; pero ninguno dice que el causante habitual y casi  único en todos los países es el gasto en seguridad.

Por: Hugo A. Ysalguez (dr.hugoysalguez@hotmail.com)

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