Editorial

Haití y Somalia

Haití y Somalia

Haití concita hoy la atención mundial, no por su situación de extrema pobreza y drama migratorio, sino por el secuestro de 16 misioneros estadounidenses y uno canadiense perpetrado por la banda “400 Mawozo”, uno de los grupos de forajidos que controlan gran parte del territorio haitiano.

Un equipo del Buró Federal de Investigaciones (FBI) ha sido enviado a Puerto Príncipe para procurar el rescate con vida de esos misioneros, raptados a bordo de un autobús después de visitar un orfanato en ese muy empobrecido país, por cuya liberación sus captores exigen 17 millones de dólares.

Haití fue noticia a nivel mundial cuando más de 15 mil haitianos intentaron ingresar a Estados Unidos por la frontera entre México y Texas, donde instalaron un campamento que fue desmantelado por la Policía fronteriza con uso de caballos y látigos, lo que ocasionó una crisis de repulsa pública que obligó al presidente Joe Biden a ordenar una investigación sobre los excesos perpetrados.

De nuevo la Casa Blanca afronta un problema que podría derivar en una crisis mayor a la generada por esos indocumentados, porque esta vez Washington está compelido a lograr la liberación de los misioneros, antes de que la prensa recree fatídicos acontecimientos ocurridos hace años en Somalia, cuando piratas somalíes secuestraron un buque estadounidense.

Estados Unidos ha tenido que lidiar con dos situaciones de crisis derivada de la situación de indefensión social, política, económica e institucional de Haití, a pesar de lo cual no ha convocado al liderazgo internacional a emprender la ingente tarea de rescatar de la ignominia a esa nación.

Es posible que los secuestradores liberen a esos misioneros, porque seguramente estarán conscientes de lo que les esperaría en caso de que les infrinjan daños, pero Washington no debería esperar otro fatídico episodio para darse cuenta de que Haití requiere de su urgente ayuda y la de otras grandes metrópolis.

El Gobierno dominicano está compelido a dar seguimiento a ese secuestro y a las acciones de las bandas haitianas que controlan amplia franja de su territorio ya merodean la cercanía de la frontera, con exhibición de armas largas, en el entendido de que el Ejército dominicano no permitirá ni el más mínimo exabrupto contra sus ciudadanos o la soberanía nacional.

Ojalá que hoy mismo, esos solidarios misioneros sean liberados por sus captores, aunque es preciso advertir que Estados Unidos no debería esperar que la desgracia haitiana toque por tercera vez las puertas de esa nación o que se repita la historia de Somalia. Haití urge de la atención internacional.

El Nacional

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