La no comprobada denuncia del expresidente Donald Trump durante el debate presidencial ante la vicepresidenta Kamala Harris, de que en Springfield, Ohio, haitianos comen perros y gatos, ha desatado un oleaje de descredito contra esa diáspora y contra toda la comunidad de inmigrantes en Estados Unidos.
Trump culpa a Joe Biden y a la candidata Harris por lo que estima desenfreno migratorio que ha permitido ingresar a territorio estadounidense a criminales de todo el mundo, lo que dice ha elevado el índice de delincuencia en esa nación, en contraste con la mayoría de los países de América Latina, donde cree que se reduce la criminalidad.
El equipo del ex presidente no ha podido presentar pruebas sobre el alegato de que inmigrantes haitianos comen mascotas, pero esa falsa denuncia, presentada ante una audiencia de 67 millones de telespectadores, ha creado una crisis de reputación en la comunidad haitiana y de todos los inmigrantes.
En Estados Unidos residen unos once millones de inmigrantes indocumentados, cifra que aumenta por el ingreso de más ilegales a través de la frontera con México, por lo que la Casa Blanca remitió al Congreso un proyecto de ley que proveería fondos adicionales para afrontar la situación, que fue rechazado por la bancada republicana.
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La clase política de Estados Unidos ha ejercido gran presión contra República Dominicana, cuyo gobierno ha sido censurado y condenado por diversos organismos internos y externos situados en la esfera de influencia de Washington, por supuestamente violar derechos de inmigrantes.
Donald Trump- con posibilidad de retornar a la Casa Blanca, coloca a la comunidad de inmigrantes haitianos en el centro de la palestra electoral, al decir que gente de esa diáspora comen perros y gatos en la tranquila ciudad de Springfield, y atribuye a los indocumentados el auge de la criminalidad.
Desde 2006 a marzo del 2024 se han producido en Estados Unidos 587 masacres, con saldo de 3,049 personas fallecidas y 2,054 heridos, tragedias perpetradas casi en su totalidad por ciudadanos estadounidenses, incluidos niños, por lo que no debería señalarse a los inmigrantes como responsables de la criminalidad.
No se niega que la inmigración ilegal provoca perturbaciones económicas, sociales, sanitarias y de seguridad, pero se censura el uso de hipérbole, como el afirmar sin presentar evidencias que inmigrantes haitianos comen perros y gatos, con el solo propósito de obtener ventaja electoral. Queda claro que a República Dominicana le asiste derecho de contener el desenfreno migratorio.