En la escena política de Estados Unidos ha surgido un verdadero peligro mundial, un aspirante presidencial del Partido Republicano, con posibilidades de llegar a la Casa Blanca, que promete atacar a Cuba y Venezuela, colocar barcos de guerra frente a Irán, arreciar la guerra en Irak y Afganistán y proclamar que Washington dominará al mundo por otros mil años.
Se trata de Mitt Romney, un ex gobernador de Massachusetts y antiguo misionero mormón en Francia, quien dijo que Dios creó a Estados Unidos para dirigir el planeta, ha advertido que en sus primeros cien días de gobierno arremetería contra La Habana y Caracas, cuyos gobiernos calificó como de socialismo maligno.
Como si todo eso fuera poco, Romney plantea mano dura contra los inmigrantes, promover cooperación militar con Israel, alentar el avance de la Primavera Árabe, incrementar el gasto militar, incluido aumentar la construcción de barcos de guerra de nueve a 15 por año y frenar mediante acciones bélicas el retorno del Talibán.
En cuanto a América Latina, el señor Romney propone medidas para alejar al continente del mentado socialismo maligno que dice impulsan Venezuela y Cuba, aunque advierte que se requiere asumir el reto de evitar que la crisis migratoria y la violencia del narcotráfico en México se vuelquen hacia Estados Unidos.
La figura política de ese pre candidato emerge impulsada por el oleaje ultra conservador, que alienta el movimiento Tea Party alrededor del cual se aglutina la extrema derecha estadounidense y los grupos económicos vinculados a la industria de la guerra.
Lo peor de este ridículo intento por reeditar la teoría hitleriana del milenio de dominación imperial es que su mentor -Mitt Romney- encabeza la preferencia electoral entre los aspirantes presidenciales del Partido Republicano, aunque apenas alcanza un 22 por ciento en las encuestas.
Más grave todavía ha sido el acelerado descenso de la candidatura a la reelección del presidente Barack Obama afectada por la peor crisis económica en más de 80 años que abate a la economía de Estados Unidos, matizada por el desempleo (10%) y el alto nivel de endeudamiento (14% del PIB), lo que conforma un panorama electoral cada vez más favorable al extremismo de derecha.
Una angustiada humanidad, aguijoneada por la cruenta crisis económica global, la especulación financiera, guerra y amenazada de nuevas conflagraciones, cruza los dedos y ruega a Dios que ningún inquilino como el republicano Mitt Romney se asiente en la Casa Blanca, como reencarnación de Hitler
