Lo sucedido el pasado sábado 8 de marzo cuando la Policía Nacional interrumpió el acto que más de 70 grupos feministas y de mujeres a nivel nacional realizaban en el parque Independencia, no tiene explicación razonable posible, salvo la de tremendo abuso de autoridad, xenofobia y misoginia, además de mucha brutalidad, referido a ignorancia, torpeza, necedad de personas que no tienen idea de cuál es su lugar.
Alegando que se estaba cantando en creole esos policías que cuidan tantos conciertos y bailongos donde se canta inglés y otras lenguas de “gente blanca”, se desbordaron violentamente frente a la hermosa Salve -género musical dominicano- “Aguacero, Agua”, que interpretaban las dignas y valiosas mujeres de la Confederación Dominicana de Mujeres del Campo, CONAMUCA.
Y el oficial, cuyo nombre debe conocerse para sancionar, comenzó a desconectar bocinas, amenazante, mientras sus acompañantes preguntaban acerca de las personas organizadoras del evento -realizado con todos los permios indicados-, acciones dignas de la más represiva dictadura del pasado.
Uno de los uniformados y armados, manifestó claramente: “si me van a cantar a mí, no me van a cantar en creole aquí”, con esa creencia bruta de que el pueblo no existe, porque solo son ellos y sus reglas, demostrando lo que saben de democracia.
A cincuenta años de la primera Conferencia Mundial de la Mujer, 1975 en México, que, en el marco del Año Internacional de la Mujer, abrió el Decenio de la Mujer en el mundo.
A 30 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, 1995 en China, que sigue siendo el plan de acción más progresista y avalado para el avance de las mujeres del mundo, firmado por 189 países, entre ellos, el nuestro.
A más de 100 años de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer en el mundo entero como fecha de reafirmación de cambio para la inclusión de la mitad de la raza humana, madres, abuelas, hijas, tías, compañeras policías, etc.
Un 8 de marzo cuyo lema internacional es “para las mujeres en toda su diversidad: derechos, igualdad y empoderamiento”.
¿Puede una institución como la Policía Nacional ignorar la historia de las relaciones humanas, al menos de los últimos 100 años?.
¿Son capaces de seguir pensando que esto es cuestión de tallercitos sobre las mujeres? ¿Dónde están las autoridades, además de “en Belén”? ¿Podemos seguir así en el siglo XXI?
La mitad de este país, mujeres, niñas, jóvenes y viejas, esperamos una disculpa que se impone a toda regla.