En medio de una prolongada sequía que ha obligado a las autoridades a disminuir el suministro de agua potable, el Ayuntamiento del Distrito Nacional anunció que instalará en el Malecón 12 piscinas gigantes con capacidad de siete mil 500 galones cada una, que operarán durante cuatro días de Semana Santa.
Bajo el argumento de que muchos munícipes no tienen dónde disfrutar del largo feriado, el alcalde Roberto Salcedo dispone convertir un tramo de la avenida George Washington en un resort con el uso o dispendio de 180 mil galones de agua.
El señor Salcedo al parecer ignora que los embalses que abastecen de agua al Gran Santo Domingo han disminuido drásticamente a causa de la escasez de lluvia, razón por la cual la Corporación del Acueducto de Santo Domingo (CAASD) ha dispuesto la clausura de lavaderos de autos y solicitado a la ciudadanía que ahorre ese líquido vital.
La mayoría de quienes disfrutarán de esas albercas gigantes proceden de barrios capitalinos donde hace tiempo no llega una gota de agua por las tuberías, por lo que quizás no pocos desearían cargar con algo de los 180 mil galones que se desperdiciarán en el Malecón desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección.
La idea de improvisar una playa en medio de la avenida George Washington no es del todo descabellada, pero el alcalde debería saber que la sequía estacionaria que afecta al país se extenderá hasta mediados de abril, por lo que a la comarca del Distrito Nacional, en especial a residentes en barrios populares, le espera todavía un largo periodo de escasez extrema de agua.
En vez de desperdiciar 180 mil galones de agua, quizás esta vez el Ayuntamiento debió emplear los ocho millones de pesos que se gastarán en esa aventura para patrocinar transporte gratis de familias humildes hacia Boca Chica y otras playas cercanas, aunque se sabe que muchos preferirían que los trasladen hasta las iglesias lo que estaría más acorde con la conmemoración de la muerte y resurrección de Jesús.
Falta saber de dónde el cabildo extraerá los mil 500 metros cúbicos de arena que arrojará frente a Güibia y si se cuenta con el permiso correspondiente del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en razón de que se trata de una considerable cantidad de agregado que afectaría cualquier litoral.
Se aplaude la intención que tendría el alcalde Salcedo, de proveer esparcimiento a miles de capitaleños, pero la idea de convertir el Malecón en un resort con gigantes piscinas que requieren al menos de 180 mil galones de agua, en tiempo de aguda sequía, es incompatible con el buen juicio.
