En tanto gana apoyo el despliegue de una fuerza internacional en Haití, aunque no sin cierto escepticismo, no pasa inadvertida la exploración por una misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de la ONU, de la frontera del lado de República Dominicana.

La OIM no ha criticado las repatriaciones de indocumentados haitianos, sino que se identifica con la idea de instalar aquí un campo de refugiados, algo totalmente inaceptable.

La misión que exploró la franja estaba acompañada de representantes diplomáticos y sostuvo encuentros privados con dirigentes de ONG.

Aunque el recorrido se da en el marco del anuncio de Kenia de desplegar mil soldados en Haití no se tiene claro el interés mostrado en la frontera, particularmente de este lado.

El Gobierno dominicano, que respaldó la decisión keniana, no debe prestar su territorio para buscar soluciones a la dolorosa crisis humanitaria, sanitaria y de seguridad que vive el pueblo haitiano. La OIM haría bien en aclarar cuál es el objetivo de su recorrido por la frontera para despejar conjeturas.

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La frontera es el punto más vulnerable para el trasiego de indocumentados desde la vecina República. A pesar del muro que se construye y del “cordón militar” en la franja los haitianos saben cómo arreglárselas para cruzar a esta parte.

La corrupción en la zona se cita como uno de los principales recursos para los haitianos recalar en este país. Hasta por sospecha legítima la ONU debe aclarar su interés en la zona fronteriza.