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Infierno en Tierra Santa

Infierno en Tierra Santa

Luis Pérez Casanova

La impotencia de Europa, la frustración de la ONU y la evidente anuencia de Washington han dejado el camino libre al Gobierno de Israel para ejecutar el más espantoso genocidio en muchos años en la franja de Gaza. Más doloroso aún es que las víctimas de la furia con que el presidente Benjamín Netanyahu ha reaccionado frente a los atentados del 7 de octubre no han sido los líderes del grupo Hamás, sino un pueblo indefenso, hacinado y confinado en su propio terruño.

Si el presidente estadounidense Joe Bien no interviene para detener el espantoso genocidio contra el pueblo palestino, esa población está supuesta a ser reducida a escombros en el menor tiempo posible. Netanyahu está decidido a borrarlo del mapa con la desproporcionada respuesta a los condenados ataques protagonizados por Hamás, que controla la franja de 365 kilómetros de Gaza, donde viven alrededor de 2.2 millones de personas.

Hamás y Netanyahu son dos monstruos que han convertido en un infierno la Tierra Santa, inundándola de cadáveres por doquier con una guerra que pese a los alrededor de 11 mil muertos el gobernante israelí proclama que será “larga y difícil”. Netanyahu sabe que no todos los palestinos comparten el método de Hamás por la liberación de su territorio, pero su odio es mayor que la razón y los buenos sentimientos. Basta con que sean palestinos para fulminarlos.

De la misma manera en que no todos los palestinos comparten el terrorismo para su liberación, tampoco todos los israelíes respaldan las atrocidades de su Gobierno en defensa de la seguridad e integridad de su territorio.

El Gobierno de Israel, que es de quien se tiene que hablar, no puede ser más indolente. Las bombas han matado a más de 8 mil personas, en su inmensa mayoría civiles, y dejado miles de heridos. De la masacre no se ha salvado nadie. Y para colmo se restringió la ayuda humanitaria y cortado el agua y la electricidad a una población que agoniza. Las acciones de Hamás las han pagado otros y no los verdaderos responsables.

Biden, con sus aliados, tiene que presionar a Netanyahu para que suspenda los bombardeos y se abstenga de arrasar con Gaza para negociar con Hamás la liberación de los rehenes, cuyas vidas también corren peligro.

Solo el mandatario estadounidense, quien desde un primer momento ofreció todo su apoyo y hasta se entrevistó con su pupilo en la región, está en capacidad de conseguir un alto al fuego para evitar, de la misma manera, que la guerra se propague al mundo musulmán. Israelíes y palestinos están compelidos a liberar sus entrañas de los demonios que les han robado, a través del terrorismo, la violencia y las ocupaciones la paz, la seguridad y la felicidad a que tienen derecho.