La Inteligencia Artificial es uno de los fenómenos más comentados en los últimos años en el mundo. Es un tema al que ya se le han dedicado estudios, documentales, libros, películas y un sinfín de contenidos con el propósito de entender todas sus dimensiones. República Dominicana no escapa a este boom, de manera tal que hasta se podría convertir en tema de la próxima campaña electoral.
No dude si algunos de nuestros candidatos se le ocurriera prometer pequeños robots para la microempresas o para las escuelas públicas.
Es evidente el empuje que ha tenido la IA en diferentes industrias, lo que inevitablemente desata una ola de optimismo que no está exenta de preocupaciones. El avance tecnológico no es algo inocuo, siempre viene acompañado de preguntas relacionadas con el impacto en la sociedad, que muchas veces tienen matices éticos.
El empleo será una de las principales preocupaciones, desde ya se advierte que producto del desarrollo de la inteligencia artificial se perderán en el mundo 300 millones de empleos en una década.
Esto es lógico porque a lo largo de la historia, los grandes cambios tecnológicos vienen acompañados de cambios sociales, lo que ha implicado la desaparición de puestos de trabajo.
Otro elemento a tomar en cuenta es que como usuarios de la internet revelamos un montón de información privada, muchas veces con poca reflexión. Estos datos pueden ser analizados para predecir sucesos como los resultados de las votaciones.
El problema es que toda esta información puede ser utilizada para manipular a las personas a tomar decisiones que convengan a grupos específicos, más allá del bienestar social.
Sin embargo, el mayor de los riesgos y a lo que tememos es a que se desarrollen robots con niveles tan alto de inteligencia que pudieran reprogramarse ellos mismos para actuar con autonomía, tomando sus propias decisiones sin pensar en humanos.
Si bien, este temor está principalmente alimentado por la ciencia ficción y la industria cinematográfica, existen casos como el de los chatbots que crearon su propio lenguaje, aunque incomprensible.