Opinión

Juan Esteban Olivero Féliz

Juan Esteban Olivero Féliz

POR:  Domingo Porfirio Rojas Nina

rojasninasc@hotmail.com

 

 

Dolor, luto, consternación y lágrimas ante la sensible partida a regiones etéreas, del queridísimo amigo, colega y prohombre sureño, doctor Juan Esteban Olivero Féliz. Olivero Feliz fue un ejemplo a seguir, de arraigado temple ciudadano, enormes condiciones éticas, morales, lealtad a los principios y normas de conducta que sustentaba, quien adquirió con esfuerzo una posición social, política, profesional, respetable y admirable.

La tierra donde nació, la heroica municipalidad de Tamayo de la Provincia de Barahona, también vierten negros crespones y sentimiento de tristeza ante un deceso, porque deja huellas imborrables y actitudes enaltecedoras que le hacen grande.

En el velatorio de este hombre del pueblo, los humildes y pobres, conocí a un distinguido abogado de esas tierras fértiles, quien me felicitó por frutos logrados, lamentando no solicitarle su teléfono o dirección, ya espero podamos entablar una reunión amistosa y le escribo mis números de teléfonos: 809-482-7082 y 809-224-0825 y 809-528-6606.

Jamás se detuvo ante nada ni nadie, porque fue verdadero triunfador con suprema hidalguía. Varias veces visite a Juan Esteban en su vivienda, en el glorioso pueblo de Tamayo, y él también visitaba la casa de mi idolatrada madre en la Ciudad de San Cristóbal, donde fueron sinceros amigos.

Recuerdo con sublime admiración las ingentes batallas de palabras y persuasión que como hermanos espirituales librábamos con titánicos esfuerzos en el Congreso Nacional, cuando fuimos diputados electos por nuestros pueblos para el periodo 1966- 70 y más allá.
Los viajes, reuniones, recorridos, consultas, siempre al unísono de nuestras voces, transitando y reclamando en favor de Tamayo, San Cristóbal y el País, pues fue un luchador vehemente, comprensible, audaz, y bueno. Se elevan el perfil y la personalidad de Juan Esteban en la cúspide del sentimiento patrio, cuando participamos con brillantez, genialidad, capacidad, modestia y aparte, en el año 1966, como miembros relator, revisor y constituyente de la revisión y aprobación de la asamblea Revisora de la Constitución de la República.

A estos acalorados debates, análisis, puntos de vistas y atribuciones, expresiones diversas y cátedras de historia, sociológica, derecho, acudían al Congreso Nacional cientos y cientos de ciudadanos, ciudadanos y estudiantes a presenciar las elocuencias hechas hombres de tantos constituyentes dignos de recordarse, en pos de una constitución avanzada, como fue la proclamada el 28 del mes de Noviembre del 1966.

Constituían verdaderos acontecimientos legislativos presenciar aquellos y constituyentes, por ejemplo, al doctor Olivero Feliz y a quien esto escribe, que era secretario también de frente a connotados jurisconsultos y versados miembros como el ilustre profesor Jothin Koury, Noel Suverbi Espinosa, Julio Cesar Pérez Soler, Fredy Antonio MeloPache, Víctor Manuel Ramírez, Tancredo Duluc, Rolando Pérez Peña, colosos y experimentados como José Morel Brea, Emmanuel Espinal (Manin), Arístides Victoria José, Euclides García Aquino, Manuel Rincón Pavón, Manuel Osiris Madera, Eliseo Romeo Pérez, Elías Rene Bisonó, Jacinto Pérez Acosta, Latif A. Mahfoud, Gilberto Martínez, Amable A. Botello, Mirian Abreu de Minguijón y Caridad R. de Sobrino.

El Nacional

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