El musical, dicho sea, mil veces y en el tono más alto, es el género escénico más exigente y el tono del desafío es más demandantes cuando el público tiene los precedentes del montaje de esta comedia más exitosa de Broadway, con 11 nominaciones a los Tony Awards, con tres Premios Drama Desk Award y dos realizaciones cinematográficas.
La Jaula de las locas, original del dramaturgo francés Jean Poiret, quien la escribe en 1973, retomada en Estados Unidos por Broadway, iniciando una trayectoria de éxitos y premios para coleccionar trofeos y méritos, aplausos del público y la rendición de la crítica, a pesar llegar a escenarios sobre la plataforma de un tema hasta entonces tabú como lo es la sexualidad alternativa. llegó de pronto no solo para sorprendernos por la capacidad.
Esta versión caribeña, producción general de Cecilia García, quien reitera su afinado criterio a la hora de seleccionar un proyecto escénico de gran formato, pasa la prueba tras su estreno anoche y desde este jueves se establece como el espectáculo líder del fin de semana.
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La jaula de las locas es fuerza escénica compuesta por la veteranía y la frescura de una juventud que sienta cartas credenciales, apuntando que hay valores nuevos a ser tomados en cuenta, en particular para los casos de Alejandro Moss (Jean Michell) y Laura Isabel Fernández (Ann Dindón).
A estos se une el brillante rol cumplido por una generación con experiencia, pero que ahora despliega talentos y una actuación sobresaliente en una producción de este nivel: en primer lugar, Raeldo López, con una capacidad de meternos en su mundo y sentir auténticos y fascinantes sus personajes, la espectacular Sabrina Gómez (Hanna) que delineó un personaje muy propio que brilla por sí mismo.
Y en torno a estas “dos generaciones” los personajes principales hechos por Cecilia García (quien se dio a sí misma una persona de soporte en el cual vuelve a ser reina de escenario en su momento, Carlos Espinal, soberbio en su manejo actoral y expresión corporal, (no tanto en las canciones, sobre todo en los finales), Richard Douglas, maestro en la caracterización y reitera su calidad aun cuando su salida final pudo haber sido mejor aprovechada.
La jaula de las locas es un fenómeno teatral musical que nadie debería perderse.
