La lencería francesa pide paso en el mundo de la moda. Reivindica su «savoir faire» al servicio ante todo de la mujer. Y cuando desfila, lo hace sin famosos, ni estilo Las Vegas.
Su contraataque a los «ángeles» de Victoria’s Secret. La marca estadounidense jugó a domicilio en noviembre en París, en el campo de las casas centenarias de lencería. El público fue entusiasta con el desfile, con más de 50 millones de vistas en Youtube.
Reunidas por primera vez, 14 grandes firmas francesas respondieron al desafío el domingo por la noche, en plena Semana de la Moda. Con un nombre fácilmente inteligible para el extranjero, «Lingerie, mon amour», su desfile fue sobrio, elegante y coqueto. Presentó retratos de parisinas icónicas, sin efectos especiales ni decorados.
Hizo sonar en directo una orquesta de música clásica y electrónica, en contraste con los decibelios y los ‘hits’ con los que Lady Gaga y Bruno Mars acompañaron a los «ángeles» de Victoria’s Secret. Las modelos se vistieron de María Antonieta, con pelucas blancas y crinolinas, agitando joviales unos abanicos en una imaginaria corte de Versalles. Homenajearon a Dior y su «New Look» de posguerra, y mostraron las colecciones más sexys al retirarse una chaqueta negra de esmoquin, a lo Yves Saint Laurent. María Antonieta fue una de las «primeras mujeres que se liberó de su corsé», el precursor del sujetador, recordaron los organizadores.
La idea de que la mujer «compra lencería para seducir o para una cita es parcial. Lo hace primero por ella misma y para sentirse bien», afirmó a la AFP el vicepresidente de ventas regional de Chantelle, Alain de Rodellec, al ser preguntado por el carácter abiertamente seductor de los desfiles de Victoria’s Secret. Durante el pase francés, la lencería blanca, amplia y cómoda compartió protagonismo con los ‘bustiers’ con ligueros o los camisones de encaje.