Es tiempo de terminar con las medias tintas y de llamar las cosas por su nombre. Mis padres Jean y Pilar Báez fueron asesinados.
Con esta frase Pilar Báez Awad introduce su libro sobre la muerte del primer teniente Jean Awad y de Pilar Báez en enero y noviembre de 1960.
El oficial falleció en un alegado accidente de tránsito en una carretera de San Juan de la Maguana cuando acudía a buscar a un pelotero por órdenes de sus superiores, y la segunda supuestamente por eclampsia cuando daba a luz a su hija, ambos casos han sido objeto de muchas controversias porque mientras hay versiones publicadas indicando que fueron accidentales, otros son los criterios de sus familiares, que apuntan a la intervención de manos criminales en ambos hechos.
La hija de la pareja de esposos, Pilar Awad, haciendo caso omiso a todos sus parientes que le aconsejaban que dejara ese hecho en el pasado, ha sido insistente en refutar esas versiones que tienen su principal sostén en un libro sobre Jean y Pilar, de la documentalista Naya Despradel, en el cual ofrece la tesis, con documentación de referencia, de que esos hechos no fueron crímenes atribuibles a la dictadura de Trujillo.
(Con motivo de su publicación, este redactor trabajó el contenido para un reportaje en El Nacional).
Tras muchos años de investigación y pronunciamientos en torno a estos dos casos, siempre indicando que las muertes fueron provocadas por orientaciones de Angelita Trujillo, a quien se le atribuían razones pasionales por el joven oficial de la entonces Aviación Militar Dominicana, comandada por su hermano Ramfis Trujillo, llega con este libro una respuesta integral a esas versiones.
La verdad de la sangre
Awad Báez y Eva Álvarez, ésta última criminóloga española de origen dominicano, acaban de publicar el libro La verdad de la sangre, en que refutan los postulados que atribuyen la muerte de la pareja, con meses de diferencia, a hechos circunstanciales.
Elaborando una tesis que se inicia por el origen de las familias, las dos autoras desarrollan sus tesis y las refuerzan con entrevistas, documentos y pruebas recogidas que cuestionan la versión de lo circunstancial.
La muerte de Jean Awad se produce el 30 de noviembre de 1960 a la altura del kilómetro 21 de la carretera San Juan de la Maguana-Santo Domingo, a donde acudió por instrucciones de Ramfis Trujillo, a buscar al prospecto beisbolista Manolo Valenzuela. Viajaba en una camioneta conducida por Montero Ramírez y acompañado por los tenientes Rodríguez Botello y Sención Silverio.
Las dos autoras del libro revelan que hay indicios de que el oficial fue muerto previamente en Guanito, cuya tierra roja cubría su ropa, indicando que hubo indicios de forcejeo y presentan la pluma fuente machacada del oficial, daños improbables de producirse a consecuencia de un choque vehicular.
El pelotero buscado desapareció y nunca fue mandado a buscar para requerir su versión o atender las lesiones que debía tener.
Sención Silverio, de quien dice llegó borracho al hospital a ser curado, es fuente de Naya Despradel, lo cual es cuestionado por Awad Báez indicando que es una versión interesada en quedar bien por estar involucrada en los hechos y que, en cambio, no se investigaron otras fuentes imparciales y con mejor documentación.
Rechazan que el oficial Awad estuviese en una fiesta la noche anterior de la diligencia en procura del pelotero. Citan que el teniente se acostó temprano tras despedirse de los comisionados.
La muerte de Pilar
El libro establece que de los hechos de noviembre de 1960 en la clínica Abréu y que concluyeron con la muerte de Pilar mientras daba a luz, no hay versión directa alguna y que constituye un abuso inferir indirectamente conclusiones a partir del personal que no estuvo presente en el momento de los hechos, como es el caso del doctor Jordi Brossa, a quien reconoce integridad profesional.
Mis padres fueron asesinados. Manipular declaraciones para eximir culpables, es un abuso, afirma Pilar Awad en La verdad de la sangre.