El alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, no solo se distingue por su permanente sombrero de ala ancha, sino por la cruzada que ha desplegado contra la presencia de haitianos indocumentados en el municipio fronterizo. Más que la defensa del territorio, Riverón a veces luce dar la impresión de estar prejuiciado contra el haitiano.
Ahora acaba de denunciar que la salida y entrada de haitianos por la zona fronteriza con motivo de las navidades es un negocio lucrativo en cuyo trasiego involucra a militares. La versión, sin importar sus sentimientos, es para investigarse. Más cuando siempre se ha sospechado de la complicidad de militares en la entrada de manera ilegal de nacionales del vecino país a esta parte de la isla.
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Las frecuentes detenciones de haitianos ilegales confirman tanto el trasiego como la fragilidad de la vigilancia en la zona. No ha de olvidarse que hasta el propio director de Migración sugirió en una ocasión la participación de militares y grandes productores en el tráfico de haitianos a través de la frontera. Riverón debe aportar las pruebas o hacerlas públicas para que la denuncia no se reduzca al ámbito de lo que parece animadversión que siente contra los haitianos.

