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Libre pensar

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Castigar a traidores de la patria


En la argucia de que con la protección de la integridad territorial dominicana y la seguridad interna se persiguen a migrantes y promueve el odio y miedo, siete caballistas de la traición justifican el arribo de un trote de parturientas de Haití. Aplauden la alevosa coartada para que esos forasteros se adueñen de pueblos y barrios, en su indetenible convoy de invasión pacífica del Oriente de la isla.

¡Caramba, Duarte, cuánta felonía!
¡Vaya, Duarte visionario, puro y divino de la defensa nacional!
En el mástil de la cantaleta de la anhelada pero impracticable convivencia pacífica, esos siete caballistas son traidores en la urdimbre de un subterfugio intermitente que, como jau jau, aceleran una hecatombe insular.

Esos copetudos entroncan, en el ventanal más infame, una juntura con la truchimanería usurpadora en las travesuras ofensivas e indignas.

En esa muy visible cabalgata, con zancadillas y deslealtades concatenadas, fraguan conjuras, como caja de resonancia, greñudos centauros con resfriados en sus entrecejos, y sin un ápice de patriotismo. Ellos son: 1) Traficantes de embarazadas, niños, jóvenes y adultos; 2) Militares de altos y bajos rangos que manosean mendrugos; 3) Presidentes de la República, que han temido a los mandatos imperiales; 4) Comerciantes que priorizan más, salvajemente, el lucro y el enriquecimiento; 5) Ong’s afanada en conseguir dinero; 6.- Comentaristas ¡jau, jau! que legitiman la ocupación, y 7) Cónsules que facilitan visados (¿…?) a diestra y siniestra, y embajadores en Haití que ejercen como diplomáticos haitianos, y no como dominicanos.

Esos siete caballistas incurren, en sus trasnoches sin siestas, en el delito de alta traición a la Patria e inconscientemente se asocian a los complots contra la seguridad nacional, tipificados en la Constitución y el Código Penal. Encajan como una conducta desleal y se adhieren a una figura delictiva en períodos de guerra y de paz. Pueden ser juzgados como reos de lesa Nación.

En la diversidad de países, los conspiradores/infames son sentenciados con distintas penalidades: multas en metálico, inhabilitación absoluta perpetua, prisión de 5 a 40 años, encarcelamientos permanentes sin derecho de indulto, y pena de muerte.

¿Cómo castigarlos? 1) Difundiendo los nombres de los traidores de la Patria; 2) Presentando recursos para aplicar la Constitución y el Código Penal; 3) Despreciando sus discursos, 4) Colocando en la hoguera muñecos simulando sus figuras físicas, y 5) Refutando sus artículos.

El razonamiento de Duarte se condensa como un pentaedro, pirámide pentagonal o pentatlón: contienda, competencia, rodaje, brinco y jabalina. Dos siglos después, los pétalos de ese juicio brotan como como divisas para guiar los destinos de la República: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.