Opinión

Libre pensar

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Intención perniciosa contra dos periodistas

Cuando un periodista pierde el equilibrio, y para dañar incurre en retorcimientos, como vuelco de resentimiento, a la postre liquida su credibilidad, es “espirriado” de los medios por provocador y se incrusta en la macabra cazuela de la historia.

En el 2001, el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) aprobó cobrar el ½% de la publicidad a los medios, y sólo respondieron positivamente José Luis –Pepín- Corripio y Ramón Báez Figueroa, presidente del Listín Diario, Última Hora, El Financiero y El Expreso. A unos 25 propietarios sometimos a la Justicia, acción que nadie ha repetido.

Báez Figueroa recibió a directivos del CDP, junto con los directores Miguel Franjul, Osvaldo Santana, Virgilio Alcántara y Ruddy González. Pagó 500 mil pesos para reabrir el seguro médico y subió las mensualidades de 40 mil a 250 mil pesos.

La noticia fue publicada en esos rotativos, y el CDP envió a Báez Figueroa una misiva de gratitud. En el 2002, este salió de Baninter por un acuerdo con el Banco del Progreso, en la solidaridad de diversos sectores.

La carta del CDP fue redactada por el finado colega Carlos Acevedo, quien sanamente se sumergió en un protocolo tradicional, y fue firmada por este servidor –confiado en que fueron acogidas sus observaciones-, y por el secretario, José Alberto Sánchez (Sanchito).

¿Y qué pasó? En el 2003, un calumniador pidió a quien escribe que, como presidente del gremio, le acompañara a una rueda de prensa para denunciar que el presidente Hipólito Mejía supuestamente construyó en Jarabacoa, con recursos estatales, una mansión campestre, con una carretera y un acueducto, por lo cual debía renunciar.

El comité ejecutivo rechazó tal petición, porque esas no son sus funciones, mientras un semanario difundió un artículo contra Mejía, quien el 11 de junio ordenó el arresto del comentarista, deplorado por el colegio.

Un año después -14 de mayo del 2003- de la carta del CDP a Báez Figueroa, este fue apresado, y el mismo semanario divulgó otro texto que sugería nuestra solidaridad con éste último, sustentada en la epístola, pero sin especificar la fecha ni el contexto, para dar a entender que era de esos días.
La carta se inserta en un libro, sin las aclaraciones e insinuaciones que inducen a dudas.

Nunca laboramos para empresa alguna de Báez Figueroa, y en la reunión con directores periodísticos lo saludamos por primera y última vez. El CDP, su entonces presidente, su secretario Sanchito –quien falleció y no tiene como defenderse- ni otro directivo aparecen con donaciones ni préstamos de Baninter.
Insistir en un ejercicio engañoso e infamante, con sed de venganza, quebranta principios éticos.

El que hostiga frenéticamente, con soplo de arrogancia, coge fama, pero termina como aquel que vendió fiao.

El Nacional

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