La Victoria
Titulo: La Victoria; Autora: Carmen Natalia Martínez; Género: Novela; Institución editora: Archivo General de la Nación; Colección: Juvenil Volumen XVIII; Edición al cuidado: Orlando Cordero; Diagramación: Yahaira Fernández Vásquez; Motivo de portada: Rostro de una estatua, tomada por Vlad Kurepov; Primera edición: 1992; Segunda edición: 2019; Impresión: SRD-NET.S.RL.
En Carmen Natalia, poeta petromacorisana nacida el 19 de abril de 1917 y fallecida en Santo Domingo el 6 de enero de 1976, se da el fenómeno recurrente de aquellos poetas cuya obra como tales, escamotea o deslumbra, o enmascara su narrativa.
La escritora, que debió salir del país huyendo de la represión que contra su familia tenía la dictadura trujillista, dejo con La Victoria una pieza de un alto valor narrativo en la que trenza con los dilemas estéticos del artista, para este caso un escultor enamorado de su obra, con la cual establece una relación obsesiva, que da lugar a reflexiones profundas y valiosas, el cuidadoso entramado de sus arcos argumentales secundarios, integrados con enfoques detallados y emocionalmente, ricos deliciosos de ser seguidos.
Ahora que se ha estrenado Mis 500 Locos, (Antonio Zagul/Leticia Tonos) sale a nuestro encuentro este tesoro potencial para ser filmada, al tratarse de una a novela que ofrece: una sencilla logística de locaciones (centradas en el taller de escultura) , un retrato atemporal por tratarse de un artista que puede ser ubicado en cualquier época, una riqueza en su concepto, un rejuego del amor alejado de los esquemas del rictus romántico del mercado del cine, llegando a profundidades pasionales completamente distintas a lo conocido.
Esta es una novela que clama a gritos por un director o directora de cine que acepte el reto, una vez que pase la etapa de la crisis de la pandemia, para entregar a la pantalla latinoamericana, uno de sus grandes títulos.
La dosis de drama romántico se produce por el dilema amoroso que enfrenta el artista al amar quien no puede, ni debe. La vinculación del artista con su obra, la estatua llamada La Victoria, se encarna en tonos psicológicos que, tal cual sostiene Orlando Cordero, su presentador, generan emociones en nuevas formas estética.
Cordero sostiene: “En La Victoria, el amor y el arte se confabulan y producen cierta atmósfera de purificación y apertura, de la mismidad y el reconocimiento mutuo”.
omanticismo y la psicología de la emoción toman el lugar de los motivos argumentales.
La obra se explaya en el afán del artista de perpetuar su memoria en la obra que extrae de la dura piedra a golpe de mazo.