Listín Diario arriba hoy al 124 aniversario de su fundación y festeja también los 50 años de su reaparición tras su cierre el 15 de junio de 1942, por lo cual el diarismo nacional y la sociedad tienen doble motivo para celebrar tan significativa efemérides.

Fundado el primero de agosto de 1889, como una hoja suelta que ofrecía noticias sobre llegada y salida de buques y actividades comerciales, Listín llegó a convertirse en uno de los principales y más influyentes periódicos del país, cuya vocación por la verdad y la democracia se tornó incompatible con los designios de la tiranía, que lo silenció por 22 años.

El fraterno colega es hoy buque insignia de la prensa matutina y dueño de una admiración ciudadana que cada día disfruta la entrega de un periódico de gran amplitud y variedad informativa, puntuales reportajes y páginas editoriales que reflejan siempre pluralidad y diversidad.

El Nacional se une al regocijo colectivo por el doble cumpleaños del Listín y transmite fervientes felicitaciones a sus ejecutivos, en las personas de Juan Vicini Lluberes, presidente de la Editora y Miguel Franjul, director ejecutivo, así como a todo su personal.

Mucha basura, poca agua

Los servicios de recogida y depósito de desechos sólidos en el Gran Santo Domingo han virtualmente colapsado a causa del conflicto por el control del vertedero Duquesa entre el Ayuntamiento Santo Domingo Norte y la empresa que lo administraba, por lo que puede decirse que el Distrito Nacional y todos los municipios adyacentes figuran en virtual estado de emergencia sanitaria.

La basura se amontona por doquier sin que ninguna autoridad intervenga para conjurar un cuadro catastrófico que se agrava por la extrema escasez de agua potable, como si la intención fuera convertir a un asentamiento de casi cuatro millones de personas en un infierno.

Son muchas las explicaciones que ofrece la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) para justificar la ausencia del líquido en casi todas partes, mientras el alcalde del Distrito ha advertido sobre el peligro que en materia de salud y contaminación significa el amontonamiento de desperdicios.

Con montañas de basura, ni una gota de agua e insoportable calor, el Gran Santo Domingo nada tiene que envidiarle al infierno de Dante, solo que a todo ese sufrimiento se agrega la impotencia de saber que los intereses económicos y la incompetencia pueden más que la obligación de garantizar limpieza, salud y agua.